El viento soplaba fuertemente en aquella fría noche. A través de la oscuridad de las tinieblas apenas se podían distinguir tres siluetas que iban a toda velocidad. Ambas tenían un mismo objetivo en mente y estaban yendo hacia él. La brecha de los tres días ya había culminado y el día del juicio final por fin había llegado. La adrenalina corría a través de sus cuerpos. Rabia, ira, miedo, enojo eran algunas de las emociones que estaban sintiendo en ese instante. De la nada, uno de ellos se detuvo y comenzó a observar aquello por lo cual siempre había luchado para defender.
— Chicos...— ambos morenos también se detuvieron al escuchar a su amiga.
— ¿Qué es lo que sucede Mari?— Alya preguntó preocupada.
— Hay algo que quiero decirles...— sin apartar su vista del paisaje. La brisa del viento hacia danzar armoniosamente su cabello. En su mirada se podía notar el profundo pesar y melancolía que llevaba consigo.— Esta misión será muy distinta comparada con las demás... No... Esta no se va ni a comparar. Las anteriores tan sólo eran juegos de niños a la par de esta...— hizo una pausa, como si estuviera tratando de encontrar las palabras adecuadas para continuar.— Lo que quiero decir es que tal vez no... salgamos con vida de esto...
— Mari...— hablaron con pena los dos al unísono.
— Es por eso que quiero darles las gracias...— moviendo su mirada hacia ellos, con algunas lágrimas a punto de salir.— Por haber permanecido a mi lado. Por haberme brindado su amistad, su compañía. Tal vez pasamos momentos difíciles, pero en la vida siempre ocurren cosas así, eso es lo que la vuelve interesante, ¿no lo creen? Si fuera todo fácil y feliz sería muy aburrido... Es por esto y mucho más que quiero darles las gracias... En verdad... Gracias por todo...— lágrima tras lágrima iba corriendo a través de cada palabra. Ella sabia perfectamente que habían muchas posibilidades de morir, es por eso que decidió despedirse de sus amigos antes de que sea muy tarde.
— ¡Oh Mari!— los dos salieron corriendo hacia la azabache. Las cristalinas gotas saladas corrían a través de los tres rostros. No querían despedirse, pero conocían cuál era él verdadero riesgo y optaron por dejarse llevar por el momento. Porque nunca está de más hacerle saber a la otra persona cuánto lo amas, más incluso si sabes que tal vez no vuelvan a verse nunca más.
— Pero miren a quién tenenos aquí... Es el trio de maricas— con un marcado tono sarcástico.— Descuiden, esta no será la última vez que se vean, no, se volverán a ver en la otra vida cuando yo misma acabe con ustedes— expresó Volpina de manera maliciosa.
— ¿No crees que corres con un poco de desventaja?
— ¿Sabes que? ¿Por qué no mejor demostramos nuestras palabras? Así veremos quién tiene la razón— sin dejarle tiempo a que contestara se acercó a gran velocidad hacia el héroe para darle un golpe, pero este hábilmente la esquivó. Pero había bajado la guardia, se había dejado convencer por una simple ilusión, el verdadero golpe le dio justo en su espalda. Un grito agudo se escuchó sen el lugar. Con tan sólo una simple patada ya había logrado romper tres costillas. El entrenamiento que habían recibido estaba dando sus frutos.
— ¡Maldita zorra! ¡Me las pagarás!— Miss Lady intentó darle un golpe con su puño, pero Volpina se esfumó como si se tratara de polvo.
— ¿A quién llamaste zorra?— con gran rabia. Tomó su flauta y comenzó a tocarla, y como si hubice sido magia, otras 9 Volpinas aparecieron alrededor. Esta vez no eran simples ilusiones, eran muy reales, podían pelear cómo si fueran ella misma. Tan sólo su flauta podría hacerlas desvanecer.
— ¡Miss, cuidado!— gritó Ladybug con pánico en su mirada. Tenía que hacer algo rápido, tenía que encontrar la forma de arrastrarla hasta la trampa que le habían puesto. Pero, ¿cómo? Ese era el problema. Comenzó a luchar. Tenía que pensar en algo y rápido.
ESTÁS LEYENDO
Ya no puedo confiar. [Completa]
Cerita PendekYa no se puede confiar en nadie, ni en lo que son tus mejores amigos, ni en las personas que estuvieron para ti toda la vida.