Capítulo 2: Una extraña amistad

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― ¿Y qué ha pasado en tu vida? Por favor, cuéntame―habló de repente su profesor sacándolo de cualquier pensamiento

―Pues digamos que lo normal―se dispuso a tomar asiento―las clases de la universidad, amigos y he estado emprendiendo algún negocio―miró a su al rededor―veo que sigue dando clases

―Pues ya ves, así es la vida de un profesor, muy aburrida debo de reconocer

― ¿Aún sigue dando aquellos cursos de regularización?

―Todavía los imparto, aunque cada año el estudiante que me ayuda es más malo―confesó divertido―he tenido que arreglármelas solo varias veces

Kidou sonrió de repente, controlar a tantos alumnos fue una experiencia que él tuvo que vivir carne propia, su tiempo invertido en aquellos cursos era una de las experiencias que más le agradaba recordar, aunque la verdadera razón no era el ayudar a sus compañeros, incluso al profesor, la verdadera razón estaba cada día después de clases frente a él, limpiando con cuidado el material utilizado y acomodando con extrema cautela los tubos de ensayo.

―Mira nada más, ¿A quién tenemos aquí? Al problemático cumpliendo su castigo―dijo burlón dándose cuenta de que solo ellos dos estaban en el aula

―muy gracioso, niño―respondió mientras ponía de lado algunos recipientes que se disponía a limpiar― ¿Qué haces aquí? Vienes a burlarte, seguro; o quizá necesites las clases de regularización

―en realidad―tomó uno de los recipientes con cuidado―yo le ayudo al profesor, pero eso no importa, dejemos algo claro, no me gusta que me digas niño; tengo nombre, Kidou Yuuto, para servirte, el tuyo es Fudou ¿No es así?

―En efecto, Akio Fudou―le brindó una sonrisa―diría que es un gusto conocerte, pero la verdad es que no, y realmente no creo que vaya a recordar tu nombre

La entrada del profesor con unos cuantos alumnos interrumpía una vez más su conversación, le dio una última sonrisa antes de ir a su lugar cerca del escritorio, los minutos pasaban lentos esperando a que todos los alumnos estuvieran en sus respectivos lugares, Kidou miraba aburrido tan escena, su compañero problemático estaba por terminar sus deberes, se le veía tan serio y dedicado, cualquiera apostaría que si nadie supiera lo del castigo hasta parecería uno de los mejores estudiantes.

― ¿Ya puedo irme? ―aquella pregunta le sacaba de sus pensamientos, Fudou había acomodado ya todo en los pequeños estantes a los costados del laboratorio, había limpiado enérgicamente las superficies y hasta se había tomado un tiempo para dar limpieza a unas cuantas franelas que estratégicamente acomodó cerca de la ventana

―Por supuesto que no―respondió el profesor mirándolo de reojo―los alumnos no pueden salir hasta una hora determinada, tendrás que quedarte aquí hasta que termine la clase

―Eso no es justo, yo no quiero quedarme aquí, ¿No podría quedarme en la dirección o algo así? Ya es suficiente con las aburridas clases obligatorias como para todavía escuchar esta―alegaba aquel chico con el corte mohicano, le daba igual un profesor que un alumno, él tan solo sabía discutir

―dije que se va a quedar aquí hasta que yo diga ¿Entendió o quiere que se lo repita? ―alzó la voz―véalo por el lado bueno, joven, puede que usted también necesite regularización en este curso y si no es el caso por lo menos ya lo aprendió bien ¿No cree?

La clase transcurría tranquila, Yuuto le observaba de vez en cuando para ver sus divertidos gestos y en algunos momentos hasta intercambiaban señas y pequeñas risas que eran interrumpidas por el profesor que con ahínco pedía silencio mientras apuntaba infinidad de fórmulas en el pizarrón color blanco, el aburrimiento pasaba inadvertido para el chico de rastas, la presencia del otro le alegra, era extraño, después de todo apenas si lo conocía.

Experiencias prohibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora