Kidou se recostó en el pasto para intentar calmarse, la vista lo relajaría aunque sea un poco. Una risa nerviosa salió sin querer, aun no podía creer lo que todo lo que había escuchado, tan solo le quedaba una última pregunta.
― ¿Por qué te gusto? ¿Por qué yo?
― ¿Qué clase de pregunta es esa? ―alegó el mohicano mientras tomaba asiento junto a él― ¿Por qué te preocupan esas cosas?
―Tan solo quiero saber, tú mismo has dicho que yo era un niño bueno, te tomó demasiado tiempo aprenderte mi nombre, soy un Don nadie, no sé qué fue lo que hizo que te fijaras en mí
―eres muy lindo e inteligente, no sé, tienes muchas cualidades, me gusta que seas tan serio en las cosas que...fue extraño el mirarte sin sentir nada, comencé siendo tu amigo, pero sabía que eso no iba a durar mucho, me gustabas y no pude evitarlo
―Entonces todo esto es tu culpa, si tú no te hubieras acercado a mí no habría tenido por qué pasar todo esto, ahora no estaríamos en esta situación
― ¿Mi culpa? ―preguntó Fudou un tanto ofendido―tú también fuiste culpable, si tú no hubieras permitido que me acercara tampoco hubiera pasado nada, pero jamás me detuviste, me correspondías, tú también me besaste, yo no soy el único culpable aquí
― ¡Pero qué dices! Tú me provocaste desde un principio―dijo el de rasta mientras empujaba al otro hasta ponerse arriba de él―si tu no me hubieras provocado, así como lo hiciste, no sé, yo no me hubiera enamorado de ti
El aire golpeaba con fuerza, varios se alejaban ante las hojas que iban de un lado a otro sin saber exactamente a donde iban a parar, sus miradas se cruzaron, no podían evitarlo, un leve rose de labios dio paso a un beso más intenso, nadie observaba, no había testigos de lo que pasaba, de aquellos verdaderos sentimientos que brotaban sin necesidad de ninguna palabra, una mirada impropia, quizá fueron dos, el de rastas optó por levantarse, pero el otro no se lo permitió.
―no te vayas, quédate así conmigo
―tú fuiste el que dijo que no quería nada conmigo, eres un idiota ¿Lo sabes? Un jodido idiota
―Soy un idiota muy guapo y eso no puedes negarlo―respondió de inmediato el mohicano―sé que esto que siento por ti es demasiado, no podría ocultarlo aunque quisiera
― ¿Qué quieres decir con eso?
―yo te quiero, a la buena, de eso estoy seguro, esto...es en serio aunque no me siento capaz de enfrentar a todos ahora, terminaría cayendo y haciéndote daño, lo que menos quiero es eso, no podría ser tan valiente por los dos
―no tienes por qué serlo―le interrumpió el de rastas―podemos serlo los dos, si no quieres que nada de esto llegue a oídos de tus padres por mí está bien, no podemos negarnos algo así, no sé si tú quieras...
― ¡Claro que quiero! Yo no te quiero dejar, yo quiero estar contigo todo el tiempo, no paro de pensar en ti, a cada momento, no dejo de imaginar cómo sería el que todo fuera más sencillo
La oscuridad les rodeaba sin saber exactamente en qué momento había pasado, su respiración se escuchaba lenta al término de cada beso, sus miradas una y otra vez cruzándose con aquel brillo en los ojos que tan solo estando juntos se podía conseguir, uno tras otro, así pasaban los segundos que ya ni se contaban, con pequeñas sonrisas, de esas inexplicables que se contagian una y otra vez, tal acto guardaba entre besos su secreto, no había manera en la cual pudieran separarlos ahora, tan solo debían hacerlo para ellos, sin nadie más que pudiera llegar a juzgar, solo ellos dos.
Y así pasaron las semanas que parecían desvanecerse en un abrir y cerrar de ojos, con sus constantes pláticas sobre la vida y quizás algunas de tan poca importancia que solo se recordaba la risa, las tardes en parque o en cualquier otro lugar, las miradas de complicidad por los pasillos de la escuela y esas sonrisas inevitables al escuchar su típico "hola" cada mañana, así pasaba el tiempo, como si no importara lo demás y la certeza de estar juntos fuera más fuerte que cualquier cosa, les bastaba con algo tan simple como eso.
― ¿Qué harás esta tarde? ―preguntaba el de rastas mientras salían de la penúltima clase
―No lo sé―suspiró―mi familia irá a visitar a una tía y la verdad no estoy de ánimo para ir con ellos
―podrías quedarte en la mía si quieres, mi papá salió de viaje por negocios y a mí no me entusiasma mucho la idea de quedarme solo ¿Qué te parece, Fudou?
Una sonrisa nerviosa tras un "¡Claro! ¿Por qué no?" se hacía presente, el camino hacia la casa del de rastas comenzaba a ser más cortos, Fudou caminaba despacio mirando de reojo aquel vecindario, todas aquellas casas que parecían sacadas de alguna película extranjera le inquietaban de más, un suspiro al viento y el camino continuaba, Kidou se preparaba con algo de prisa para recibir a la visita, un vistazo más por la ventana antes de verle acercarse hasta la puerta, las manos le temblaban y los nervios le recorrieron en un abrir y cerrar de ojos el cuerpo entero, era tonto, él lo sabía, se sentía como en aquellas telenovelas que tanto miraban las chicas de su grupo, pero aun con eso lo aceptó, abrió la puerta casi al mismo tiempo en el que el timbre retumbaba en el salón, una sonrisa de bienvenida y un abrazo antes de cerrarla, así comenzaba la noche del viernes en la residencia de los Kidou, la primera vez que se quedaban juntos, nadie sabía exactamente como asimilarlo ni que esperar.
Una película de terror, unas palomitas y algunos refrescos, así se pasaba el tiempo de manera rápida entre risas y burlas de quien no soportaba los momentos de tensión de la cinta, fue en un instante en el que sus miradas se encontraron, entre la oscuridad interrumpida por las pequeñas luces provenientes de la pantalla, entre el ruido distante sus manos se encontraron, descubriéndose poco a poco hasta estar lo suficientemente cerca, torpemente sus labios chocaron, como esperando no incomodar al otro, no hubo reclamo alguno de ninguno de los lados, tan solo un torpe movimiento que hacía de aquel beso algo más íntimo. El camino a la habitación se olvidaba de la memoria a cada paso que daban, entre choques y risas lograron abrir la puerta para recostarse lentamente en la cama, la noche pasaba entre besos y caricias en algo que el de rastas nunca pudo describir, ni tan siquiera después de tantos años.
―jamás te vi actuar así con nadie―su ex profesor volvió a interrumpir sus pensamientos, esta vez con una frase que Yuuto no podía discutir
―tal vez aprendí la lección
―No creo que haya sido eso, nadie te preocupó más que él, siempre lo defendiste, de cualquier cosa, frente a toda la gente, nunca hiciste eso por alguien más
―Quizá lo está mal interpretando, yo...
―Como te dije, no intentes engañarme, te conozco muy bien
―sea lo que sea, todo esa ya ha quedado muy en el pasado―alegó Kidou mientras se ponía de pie―pero bueno, eso ya no importa ahora
―no creo que exista un pero lo bastante convincente como para darse por vencido, aunque allá tú, si esa fue tu decisión no creo que pueda disuadirte
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Experiencias prohibidas
Hayran KurguHabía caído la tarde en la pequeña ciudad, un chico con las manos en los bolsillos paseaba por una de las calles del centro intentando, de a poco, aclarar su mente; el tiempo pasaba y aún no lo conseguía, pero ¿Por qué?