Capitulo 4

99 9 2
                                    


*al otro día *
*golpean la puerta*
-Quién es!!?- grité lo suficientemente fuerte para hacerme escuchar.
-se cumplió la noche. Necesito que desalojen el cuarto lo antes posible- gruñó el dueño mientras todos nos despertábamos.
Felipe estaba sujeto a mi cintura, lo moví un poco para despegarlo, pero él seguía igual.
-dale Feli tenemos que irnos-
Dije, tratando de despertarlo.
Lo tiré al piso, era la única manera de despertarlo
-uff, que pasa? Déjame dormir un poco más- se acomodó y me agarró de la cintura.
-no podemos. Nos van a echar de aquí a patadas.- me levanté y le pegué una pequeñita patada en la espalda.
Uff este chico es más difícil de despertar, incluso que yo.
Después de un rato de estar todos vestido y arreglado para irnos, vino el dueño a pedirnos la plata y nos fuimos.
Después de caminar un rato, perdiéndonos por el camino, nos detuvimos en una pequeña plaza a descansar.
-Mierda,no tengo la plata.- grité dejando caer un sin fin de miradas sobre mi.
Me toqué los bolsillos, busqué entre las cosas de mi bolso y nada.
La plata literalmente se deshizo
-que vamos a hacer ahora? No tenemos nada- añadí, cuando Felipe me miró con cara de "ya sabes lo que tenemos que hacer"
-yo robar, jamás- dijo Mía mirando fijamente a Felipe.
-Ay nena, si vives en la calle tenes que sobrevivir de alguna manera- dijo Bautista haciéndole burla a Mía.
-y ahí? Parece que está solo. Tal vez podemos dormir un rato y mañana hacer todo- dijo Georgina. Ella era la de los planes maestros, así que asentimos y partimos.
Luego de entrar a la casa cuidadosamente, esperando que no hubiera nadie nos fuimos a arreglar todo.
Aún era de día así que teníamos toda la tarde para planear algo.
-Felipe y yo, ya somos maestros. Hemos pasado toda la vida solos y sabemos mucho de eso- presumió Bautista, como si robar fuera lo más normal del mundo.
-eso te parece bien Nene?- le peleó Mía, haciendo enojar a Bautista.
-Bueno, paren! Así no vamos a llegar a ninguna parte. Tenemos que planear bien, por qué si algo sale mal nos van a meter a todos en un orfanato- los reté como si fuesen mis hijos.
Me jodía escucharlos pelear todo el día en vano, por qué nunca conseguíamos llegar a nada.
Después de un rato de peleas no pusimos de acuerdo.
Bautista y Felipe iban por un lado, mientas Georgie y Mía por otro.
Yo me quedaría aquí, cuidando por si pasaba cualquier cosa.
Tampoco era la mejor haciendo esas cosas, así que los mandé a ellos, tal cual parecían mis hijos.
Luego de más o menos una hora de estar sola, me recosté en el suelo.
Aquí no había nada, ni menos una cama.
Comencé a escuchar unos ruidos y me escondí
No era probable que fuesen los chicos. Nosotros teníamos una señal para cuándo llegarán y yo entender que eran ellos.
Me puse detrás de unas tablas y esperé a que no fuera un extraño.
-Uh loco ya estoy harto de trabajar para ese viejo sin vergüenza- escuché, era la voz de un chico. Traté de mirar entre las tablas pero no pude ver nada.
-dale hermano. Vamos a comer algo- dijo el otro tipo. Este si lo podía ver por qué estaba de pie.
Era Moreno y alto, tipo 1,70 o algo así.
Traté de no hacer el menor ruido. Pero se me hacía imposible, mi respiración era tan agitada que apenas podía controlarla.
-voy yo, vos quédate aquí y no trates de cometer locuras- dijo el tipo que no podía ver.
Cuando se alejó pude fijarme en lo alto que era, también era rubio. Pero solo eso vi hasta que escuché una voz sobre mi cabeza.
-qué haces vos ahí nenita?- pegué un salto y rogué que no me hiciera nada.
Estaba asustada. Incluso deseaba que mamá me encontrara y llevara a casa.
-te pregunté qué haces ahí, o acaso eres sorda?- gruñó el tipo, sujetándome fuertemente del brazo.
-ah, no vas a hablar? Pues yo te voy a hacer que abras esa boquita- me miró fijamente a los ojos y se acercó a mi boca.
Estaba parapléjica, no podía hacer nada más que respirar, respirar con un tono agitado.
Me besó pero yo cerré la boca. Nunca había besado a nadie y no quería que fuese así, ni menos que fuera con un completo extraño.
Comenzó a quitarme la camiseta, yo no sabía qué hacer
Me quitó el pantalón cuando por fin pude reaccionar.
-SUÉLTAME!!- grité lo suficientemente fuerte para conseguir ayuda, pero nada.
Me agarré de unas tablas, para impedir que siguiera  acercando su cuerpo al mío.
Esto de la nada se estaba volviendo muy grave.
Sentí como el ya estaba encima mío.
-Suéltala tarado!- escuché por encima de mi cabeza.
Antes de darme cuenta de lo que estaba pasando, el chico rubio le había pegado una fuerte piña en la cara al que estaba por encima mío.
Lo comenzó a golpear desenfrenadamente. El tipo quedó inconsciente
Él me vistió y me sacó de la casa
-no me hagas nada por favor- supliqué llorando. No podía hacer más nada, estaba traumada, jamás dejé que nadie me tocara
-tranquila, no te haré daño- dijo el chico, pasando su largo brazo por detrás de mi cuello.
Estuve un largo rato llorando, él no hacía nada más que abrazarme. Me sentía cómoda en sus brazos, eran como una suave almohada.
-tengo que buscar a mis amigos!- me di cuenta de que estábamos lo suficientemente lejos de la casa. Los chicos volvían en cualquier momento
Y si no me encontraban ahí se volverían locos.
-vos no te vas a ninguna parte! - gruñó apretando de mi brazo.
Por un momento pensé que haría lo mismo que su amigo. Tocarme y tratar de violarme
Pero no, dejó caer mi cuerpo llenó de sudor por su pecho.
Estaba tan mal que no podía sentir nada mas que no fuese el dolor que tenía en el todo el cuerpo.
-necesitas algo?- preguntó dulcemente y yo me alejé.
No quería que sucediera lo mismo de nuevo.
-perdóname, soy Santiago.- se presentó mientras yo lo miraba con cara de pena. El trataba de hacerme sentir mejor y olvidar el tema pero era imposible.
-qué haces tarado!?- por fin vi a Felipe venir a buscarme. Estaba asustada, me quería ir ya lejos de aquí.
Felipe comenzó a golpear a Santiago, y como no, este también le estuvo pegando.
Traté de separarlos pero era imposible. Estaban pegados como moco uno del otro.
Llegó Mía y Georgina y me llevaron a un lugar lejos de la plaza.
-te hicieron algo?- preguntó Mía preocupada
-no,por suerte no- mentí
Sabía que si decía algo irían a matar a Santiago, él fue bueno conmigo. Si él no hubiera aparecido yo ahora quizás como estaría.

Camila y Santiago - Eres la persona correcta en el momento equivocado Where stories live. Discover now