Prólogo

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Mediodía, día soleado.
Pasabamos por el parque. Ían y yo íbamos de la mano. ¡Yupi! Nos dejan ir un rato a los columpios. Aún agarrados de la mano, elegimos un columpio cada uno. Nos sentamos. Comenzamos a columpiarnos.

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Un rato después, Ariadna se cansa y deja de columpiarse. Yo la seguí. Fuimos al tobogán. Cuando nos tiramos unas cuantas veces, fuimos otra vez a los columpios. Esta vez, cogimos el columpio contrario al que antes elegimos.

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Ían se columpia muy bien. Mi mamá dice que, para tener 5 años, lo hace genial. Yo también tengo 5 años, soy muy mayor. Me encanta columpiarme, pero me canso muy rápido. Me vuelvo a bajar del columpio y corro al terrario de arena. Quiero hacer un castillo de arena enorme.

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¡Qué chulo! Me gusta mucho el castillo que ha hecho Ariadna. ¡Es muy grande! Ahora, toca pisotearlo. Ariadna y yo nos miramos. Unos segundos más tarde, comenzamos a pisotearlo y a destrozarlo.

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¡Oh, Oh! Nos llaman. Es hora de ir a casa. Ían y yo nos entristecemos. Tomamos el camino de vuelta a casa.

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Es hora de despedirse. Hemos llegado a casa de Ariadna. En frente está la mía. Nos despedimos con la mano. ¡Hasta mañana! Un abrazo.

Un juego de niñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora