¿Teatro o realidad?

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"Llueve

Y en mi ventana te echo de menos

Los días pasan y son ajenos

El frío me abraza y me parte en dos"

Era sábado, Marinette no tenía porque levantarse temprano, pero esa noche no había dormido muy bien, así que como no podía seguir durmiendo, se levantó de la cama. Ayer lo había pasado bastante mal debido a que fue el cumpleaños del que estaba enamorada, pero decidió que se tenía que ir acostumbrando, porque estaba segura de que él no volvería. Sabía que sería muy difícil, pero tenía que intentarlo, no quería seguir preocupando a los demás. A demás, ¿qué podría salir mal?, Adrián solo era na persona normal, en seguida llegaría otro que le hiciera sentir lo mismo o incluso más. 

Pero, ¿a quién quería engañar?, estaba claro que olvidarse de él sería imposible, lo menos que podría hacer era esconder su sufrimiento frente a los demás.

- Buenos días, Marinette.- dijo Tikki desperezándose.

- Buenos días- respondió la susodicha fingiendo un sonrisa, ante esto Tikki también sonrió, se alegraba de que empezara a estar de buen humor.-¿Quieres galletas para desayunar?.

-Estaba deseando que me lo pidieras.- dijo el pequeño kwami entre risillas.

Marinette bajó a la cocina para buscar las dichos galletas que le pedía Tikki. Su madre se encontraba cocinando, y su padre estaría trabajando abajo en la pastelería.

- Hola cielo, ¿te encuentras mejor?.- preguntó Sabine.

- ¡Perfectamente!.- dijo Marinette corriendo a darle un abrazo. Ante esto la señora Dupain-Cheng le correspondió y comenzó a brotarle lágrimas de alegría.

- Me alegro, ¿quieres algo para desayunar?.

- Una galletas por favor.

Sabine bajo a la pastelería para coger las galletas y de paso contarle a su marido la recuperación de su hija.

- Entonces, ¿dices que ya se encuentra perfectamente?.- pregunto Tom

-¿Acaso te he mentido alguna vez?.- dijo entre risas su esposa

Tom se acercó a su mujer y la levantó del suelo abrazándola y riendo.

- ¡Mamá! ¿date prisa que tengo mucha hambre!.- se oyó a Marinette.

-¡Ya voy hija!.- la señora Cheng cogió las galletas, sonrió a su marido y subió a su casa.

-Aquí tienes.- le dijo dándoselas a su hija.- recién horneadas.

-¡ Muchas gracias mami!.- dijo Marinette dándole un beso en la mejilla.

La joven azabache subió corriendo las escaleras que llevaban a su cuarto.

-¡Aquí las tienes Tikki! y recién horneadas.- dijo Marinette.

-¡Muchas gracias Marinette!.- dijo la kwami reprimiendo una risilla.

Cuando vio que la kwami estuvo distraída con la comida, se fue a su sitio favorito, la ventana, se colocó los auriculares y empezó viajar por sus pensamientos, cosa que solía ocurrir cuando sonaba la música. Y como siempre, empezó a pensar en sus dos personas más queridas del mundo. Por una parte echaba de menos a Adrián, y por la otra a Cat Noir. Era cómo si su corazón estuviese partido en dos. 

No sabía ya cuanto tiempo había pasado, tampoco le importaba mucho, ya se había acostumbrado a la idea de no ver a ninguno más. Si ella era consciente de no ser muy positiva, pero es que uno nunca se llega a acostumbrar a la soledad tan de repente.

Siguió pensando alrededor de una hora, y , como era de esperar, no pudo reprimir alguna que otra lágrima. Tikki se había dado cuenta de eso, pero prefirió esperar a que fuera oportuno.

- Marinette, ¿estás bien?.- le preguntó cuando ya se hubo calmado.

- Sí, perfectamente.- dijo fingiendo una sonrisa.

- Marinette, no me mientas, las dos sabemos que no lo estás.- dijo la kwami mirándola con preocupación.

- ¿Entonces, para qué preguntas?.- respondió la azabache bastante seca y al borde de las lágrimas.

- Necesitas contárselo a alguien, así que empieza soy toda oídos.- dijo Tikki mirándola fijamente  los ojos.

- Esta bien, pero luego no digas que soy una sensible y que te aburre mi vida.- respondió con poca confianza.

-¿Acaso no confías en mí?.- dijo Tikki intentando parecer ofendida, cosa que solo consiguió que acabaran riéndose las dos.- Bueno, cuéntalo ya. 


A través de una canciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora