Prólogo.

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Prólogo.

Una nueva especie aparecerá en la Tierra. Serán totalmente diferentes a la raza humana. Sin embargo, deberán aprender a vivir juntos.

 

Parte I: “Una Nueva Especie”.

El la encontrara después de buscarla por años.

Él es diferente. Ella es un ser humano.

Ambos sufrirán, pero al final, todo valdrá la pena.

El amor es la fuerza que les ayudara superar los obstáculos en su camino.

Parte II:“El y ella”

Profecía “La Nueva Era”. Londres 1783.

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-¿Es ella? –preguntó. El mayor negó. -¿Cuándo la encontraré? ¡Me estoy cansando de buscarla!

-Ya la encontrarás a su tiempo, lo sabrás en ese instante, en el instante que sus miradas se encuentren.

El asintió y se alejó del mayor. Esas msimas palabras son las que le ha dicho los últimos 50 años, desde que supo que él y su raza habitarían aquel lugar prohibido, llamado “Tierra”, fue cuando se enteró de que la profecía se haría realidad, y ellos serían la nueva especie. Desde entonces, ha estado imaginando como sería su mujer, pues él es el elegido para engendrar un hijo mitad humano, mitad seritan.

Ahora que finalmente su raza estaba en la tierra, busco desesperadamente a su elegida, la que sería su mujer por el resto de los días.

Cansado, decidió caminar a un parque, un lugar tranquilo.

Muchas personas paranóicas ya estaban refugiadas en sus hogares, protegiéndose de las bestias que invadieron la tierra.

Siempre que los nombraban de esa manera, él reía. Le causaba mucha gracia que les llamaran bestias, cuando eran muy parecidos a los humanos, solo por unos cuantos detalles.

El parque permanecía en silencio, tan solo se escuchaba el sonido de las hojas de otoño caer de los árboles, además la caída del cálido sol en el atardecer que iluminaba el lugar. Mientras él caminaba con la mirada fija en el suelo.

 

"¿Cuando la encontraré? ¿Cómo sabré que es ella?" –pensaba una y otra vez.

Levanto la mirada por puro instinto. Una joven de cabello castaño hasta la media espalda, piel blanca y cuerpo delicado se encontraba a menos de un metro a su izquierda. Al caminar movía las caderas de una forma singular, sus pasos firmes y su caminar delicado.

Ella le dirigió una mirada fugaz. Sus ojos verdes chocaron con los azules del el chico. Con sus delicados labios, le dedicó una sonrisa y siguió su camino.

 

"Es ella"– pensó el mientras observaba a la joven alejarse.

"Hasta Encontrarte"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora