3 - Sidney

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  Hola, diario.

  Acabo de llegar a la casa de mi padre. No sé ni como. Tengo la suerte de que él no esté aquí. Por lo menos están preparando un dormitorio para mí. Aunque de momento duermo en el salón. Estoy un poco borracha. Menos mal que no he tenido que verlo por primera vez tras años en estas condiciones.

...

Buenos días. 

  O no tan buenos. Odio la resaca. Procedo a contar lo que ocurrió ayer:

  Llegué a Bristol hacia las diez de la noche. Al entrar en el aeropuerto, me senté en una esquina para leer tranquila mientras esperaba a... nadie. La verdad es que no tenía esperanzas en que alguien fuera a buscarme. 

  Estaba equivocada.

  —¿June Cook?—preguntó una voz masculina a unos pocos metros. 

  Alcé la vista y vi a un chico de mi edad mirándome con una enorme sonrisa.

  —Sí. Soy yo.

  —Bien—me ofreció la mano—. Sidney. Tu hermanastro.

  —¿Qué? Perdona...—no entendí bien la palabra en inglés.

  —El hijo de la novia de tu padre—me aclaró con humor.

  — Oh, claro. Un placer.

  Me ayudó a levantarme para dirigirnos a una vieja camioneta roja. Estaba bastante avergonzada.  Yo soy muy tímida. Y si tengo que relacionarme en un idioma que no domino completamente, soy una estatua. No hablé, no quería. Me avergonzaba que una persona nativa me escuchara hablar en su idioma.

  — ¿Bebes?

  — ¿Qué? 

  — Si bebes— soltó una breve carcajada— . Alcohol.

  — Sí. Sí. Sí bebo alcohol.

  — Bien. Conozco un buen bar en Bristol. Por favor, llama a Ricky— me entregó su teléfono. Como estaba conduciendo, él no podía llamar— . Me he sacado el carnet hoy. Lo último que necesito es un accidente.

  Asentí intentando esconderme en la guantera dentro de mi mente. Le di a llamar y puse el móvil en manos libres para que Sidney pudiera hablar y que yo no tuviera que tomar parte en la conversación.

— ¡Hola, Sid!— salió una voz del móvil.

— Hola, Ricky. Acabo de recoger a mi hermanastra. Tenemos que enseñarle como son las fiestas en Inglaterra. Reúne al resto.

  — Trato hecho.

   Me ordenó que colgara la llamada. Y así lo hice. Me giré bruscamente para empezar a gritarle. Pero no pude. Soy tan tímida y él es tan adorable que ni siquiera puedo gritarle.

  —  No puedo salir de fiesta.

 — ¿Qué? ¿Por qué no?

 — Me da vergüenza— reconocí mientras me escondía entre mi enorme jersey— . Soy muy tímida.

  —  Da igual. Son muy buenos. Te desenvolverás con facilidad.

  — ¿Quiénes?

  — ¡Mis amigos! ¡Vamos!— dijo antes de acelerar la camioneta.

  La idea de estar con mucha gente me alteraba cada vez más. 

  Me gustaría seguir escribiendo. Pero tengo que ir a clase. Sí. Aquí no me dejan tomar ni un solo día de vacaciones. No sé como Sidney puede ir tan tranquilo por la casa a las 7:00 de la mañana y con resaca. 

[ Nota de la autora: Sidney en multi-media. ]

June CookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora