''Podría... Pero no voy a hacerlo.''

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Algo malo tenía que tener eso de dormirse a las 8 de la tarde.

Son las tres de la mañana y no puedo estar más despierta. Me duele la cabeza y me ruge el estómago, porque claro, no solo me dormí pronto, sino que además me dormí sin cenar. Esto es un auténtico asco. Me giro en la cama y miro a Kate. Duerme como un tronco con un solo pie tapado. ¿Habrá cenado? Me pregunto de repente. Y es entonces cuando empiezo a sentirme mal por haberme dormido. ¿Y si...? Respiro hondo antes de que la culpabilidd empape hasta mis huesos y me relajo. Mi duende gruñe enfadado. ''Vaya cuánto autocontrol estás teniendo hoy.'' Supongo que es uno de esos días que no son malos. Y no quiero decir buenos. Simplemente eso. No malos. Si lo piensas varias veces no es lo mismo.  Tengo una idea. Me levanto muy despacito, intentado no hacer ruido. Y lo consigo fácilmente. Kate ni siquiera se mueve, debe de ser la práctica, tanto escaparse tiene sus cosas buenas. Encuentro en la oscuridad la linterna que guardo debajo de la cama y la enciendo. La búsqueda comienza.

¿Por dónde empiezo? Pues por lo más obvio, claramente. Separo un poco la mesilla de noche de la pared y doy gracias a Dios o a quien sea que esté ahí arriba por que tenga ruedas. Miro la rejilla de ventilación, nuestro escondite, tiene uno de los tornillos mal colocados. ''Oh, no, Kate...'' Rápidamente saco la rejilla de su sitio. Alumbro al hueco y...

Suspiro. Ni rastro de una cena. Eso sí, en un vasito de plástico transparente hay dos pastillas rosas. Las cojo y lo único que puedo pensar es lo mucho que desearía que las dos que me correspondían a mi estuviesen ahí escondidas y no jugando con mis sentidos y mi cabeza desde mi estómago. 

Me dirijo a mirar en el 2º escondite que Kate y yo compartimos (el ladrillo suelto del baño) cuando escucho unas pisadas en el pasillo. Y luego veo una luz. Me lanzo a la cama sin pensarlo. ''Como Ric se entere de que estoy despierta a estas horas...'' Me tapo con la sábana hasta la nariz y espío al caminante nocturno. No es una enfermera, ni ninguna doctora, ni el conserje, ni siquiera es el vigilante nocturno. Es... ¿Cómo era?

Niall.

Camina hacia el ascensor. ¿Y este a dónde se cree que va? ''No le sigas, Sam. No. ¡No! ¿Pero que haces ya en el ascensor? Eres idiota.'' Mi duende no deja de gritarme. Pero no le hago caso, Niall ha subido. A la azotea. 

En apenas medio minuto la puerta del ascensor se abre. El aire frío me da en la cara. Menos mal que sigo llevando mi sudadera. Miro a un lado y luego a otro, y entonces distingo una sombra en la oscuridad. Ilumino y veo una cabellera rubia. Está sentado en la barandilla. Me acerco. No se si no se ha enterado de que estoy aquí o simplemente no quiere hacerme caso. Carraspeo y entonces se da la vuelta. Rápidamente muevo la linterna para no cegarle.

-¿Sabes que no deberías estar aquí?-suelto ''¿Sabes que se suele decir 'hola'?'' se burla mi duende.

-Sí, lo sé. Una pena que no me importe una mierda que esté prohibido, ¿no?

-¿Y entonces por qué has subido?-pregunto. ''Y ahora te mandará a la mierda. No sé para qué te molestas, no vas a gustarle mágicamente.'' 

-No podía dormir.-dice y mi duende se calla. Ningún tono de burla, ni de asco, nada.-Esos cabrones podrían haber esperado para sedarme.-resopla. Y se gira para mirarme.-¿Y tú?

No contesto, me limito a encogerme de hombros.

-Oh, así que eres una cotilla.-dice. Y se vuelve a girar hacia el frente. 

Cuando me dispongo a protestar diciendo que si él no se pasease por los pasillos a las 3 de la mañana yo no estaría allí pero no me deja, pues vuelve de nuevo la cabeza hacia mi y pregunta:

-¿Por qué hay una valla? Entiendo lo de la barandilla, pero, ¿una valla?

La pregunta hace que se me seque la boca. Carraspeo y aprieto los puños. Mi duende ríe y va a decir algo cuando el rubio sigue hablando:

-Uh, vaya cara. Algo malo debió de ser.-me muerdo el labio inferior.-Eh, te has puesto muy pálida, no te irás a desmayar, ¿no? Porque soy muy mal enfermero.

Suelto una risita nerviosa. Estaba apunto de hacerme sangre en el labio.

-Estoy bien, tranquilo.-susurro. Miento.

-Entonces...

-Se tiró un chico.-prefiero no pensar en lo que digo. Empiezo a cantar una canción en mi cabeza para intentar que el nombre de ese chico no venga a mi mente.

Él se pone aún mas serio de lo que ya estaba.

-Que valiente...-susurra. Y sé que lo dice de verdad.

-Algo así...-contesto a su reflexión. Por mucho que intente repetir en mi cabeza el estribillo de Skinny Love no consigo que no aparezca su imagen en mi cabeza. Lou. Me seco una lágrima justo antes de que él me apunte con la linterna que me acaba de arrebatar y pueda ver que estoy llorando. ''Piensa en una canción mas alegre, Sam.'' Me digo a mi misma. Pero, por la cara de Niall estoy segura de que ya se ha fijado en que tengo los ojos hinchados. Mierda.

-Espera...-me ciega con la luz. Cierro los ojos y eso hace que una lágrima rebelde se escape por mi mejilla.-¿Le... le conocías?

Noto como si me hubiesen pegado una patada en el estómago. Vuelvo a apretar los puños. Noto mis uñas clavarse en las palmas de mis manos. Podría mentirle. Podría hacerlo y ahorrarme el ''Lo siento mucho''. Podría hacerlo y seguir hablando con él de otra cosa cualquiera, sin que él se sintiese obligado a hacerme caso porque sintiese pena. Podría incluso llegar a caerle bien simplemente por como soy. Podríamos incluso llegar a ser amigos. Amigos de verdad y no amigos por compasión. Podría... Pero no voy a hacerlo.

-Sí...-suelto con un hilo de voz.-Era mi mejor amigo.

I'm crazy... About you. (Niall Horan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora