El Perro

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Era una oscura y tormentosa noche, el aire viciado penetraba como agujas la piel, sus botas se enterraban en el fango a medida que se adentraba entre las sombras del oscuro bosque. Su amigo se detuvo.

-Es aquí... Hay que esperar- dijo de repente.

La ansiedad los invadía. La lluvia empezaba a caer aumentando su intensidad, entre la niebla y las sombras la luna menguada se erguía iluminando el claro donde estaban.

-¿¡Quienes son!?- Tres figuras aparecieron entre la maleza.

-¡Eh! Somos nosotros, Simón. ¿Trajiste la vídeo cámara?- Este afirmó. -De acuerdo, cada uno permanecerá vigilante en los próximos cuadrantes,- Sacó un mapa de uno de sus bolsillos y encendió su lámpara sobre el mismo. -Mantengan el canal de los radios abiertos.

Simón encendió su radio y siguiendo las indicaciones de su amigo se dirigió al noroeste. La lluvia empezaba aminorarse, se recostó en un árbol caído y espero. La incertidumbre empezó a nacer dentro de él, la charla por la radio atenuaba la espera.

No se puede ver en lo que no se cree, era obvio que no encontraría nada, sólo estaba allí para filmar como sus compañeros perdían el tiempo pero, eso no lo hacía desahuciar el miedo que sentía al estar en medio de la nada a mitad de la madrugada. Una pequeña parte de él se entusiasmaba con la aparición del espectro.

Poco a poco, el tiempo se hacía más espeso, como si se incendiara la tierra, el aire albergaba un intenso olor a humedad, el silencio se veía interrumpido por los insectos y algún roedor o ave nocturna anfitriona.

La conversación por la radio fue sepultada por la decreciente temperatura haciendo tiritar los dientes. La luz de la luna creaba un efecto fantasmagórico entre los árboles, que era arropada por la noche.

-Chicos, veo algo.- Dijo la radio de Simon

-¿Que es lo que vez?- repitió la radio

El temor se apoderó de las viseras de Simón

-¿Que has visto?- Dijo de nuevo.

-Es... No lo sé amigo. Esta lejos, estoy seguro de que es un animal.

-Simón, ve para allá- aseveró la radio. Se levantó con dificultad, tenía las piernas entumecidas.

-Copiado.- Dijo al fin. Al llegar al sitio encendió la cámara -Grabando el fraude del siglo.

-Allí esta. ¿Lo vez? Enfoca en aquella dirección.- Ambos se pusieron en cuclillas.

-¿Entre aquel árbol?- Dijo incrédulo Simón. Se le hizo un nudo en el estómago, tiritaba, la llovizna empañaba el lente de la cámara y la visión era precaria.

-¿Quieres seguir?- Dijo preocupado.

Simón dudo por unos segundos y veía a su cómplice -¡Por supuesto!- exclamó. Entre la niebla y las sobras se podía distinguir un bulto amorfo. -Eso no es nada, me has hecho correr hasta acá para ver una roca?

-Chicos, atención ¿Que están viendo? Cambio.- Interrumpió la radio.

Simón se aventuro en dirección a la figura para grabarla más de cerca. -Me acercaré.- Dijo a través de la radio.

-Ten cuidado Simón- Respondió una voz femenina desde la radio.

Con sigilo, redujo la distancia entre lo impensable, tiritaba con más intensidad, el frío crecía constantemente pero la niebla se disipaba a cada paso, caminaba despacio, limpiaba el lente de la cámara y volvía sobre el paso. Se detuvo a una distancia de cincuenta metros entre ambos.

-Estoy a cincuenta metros del objeto...

-Te veo dijo la radio.

La lluvia se había detenido en ese instante delante de él, Se percató de que la maleza estaba levemente llena de nieve, aún no nevaba en esa época del año, el vaho salía de su boca, sus labios se volvieron quebradizo, la figura parecía cobrar vida, en seguida la preocupación se apoderó de él.

-Chicos, esta nevando.

-¿De que hablas Simón? No está nevando.- Arremetió la voz en la radio.

La figura se puso recta, mostrando su tamaño prominente, podía medir unos dos metros de altura.

-Simón, sal de ahí ahora mismo.- vociferó la voz de la radio. Simón hizo caso omiso, se quedó ahí frente a la criatura, la cual dirigió unos ojos amarillentos hacia él. El terror se apoderó de sus huesos, inmovilizado y congelado.

La bestia se aproximó unos pasos, su cuerpo entre las sombras era como el de un enorme oso, la luz de la luna se reflejó en su rostro.

Simón temblaba ante la intimidación que este le provocaba.

-¡Simón, sal de ahí maldita sea! Corre viejo.- Gritaba la radio.

Había suficiente distancia como para huir. El animal tomó una posición defensiva ante el intruso, de su cuello brotaron dos cabezas, avanzó hacia Simón despacio dejando ver su cuerpo, que estaba conformado por huesos y carne hecha tirones, parecía estar putrefacto, sus órganos y huesos estaban a la vista, sus seis ojos resplandecían un brillo rojizo, de su boca salía sangre, y en las comisuras escondían sus dientes filosos.

En un arrebato de adrenalina, Simón corrió en dirección opuesta, la bestia con una de sus cabezas rugió, mostrando sus fauces, emprendió la persecución dejando su cuerpo al descubierto de la luna, sus largas patas se movían rápidamente y agitaba su cola, que coronaba con un aguijón.

Por otro lado, Simón corrió a toda velocidad, despavorido, frío y agitado, pudo refugiarse entre la maleza.

Se encontraba fuera de control, era como si su cerebro se hubiera desconectado del resto de su cuerpo. La bestia quedó en medio del claro, con sus cabezas en alto, olfateando cualquier indicio de su presa

-¡Simón por Dios ¿Estas bien? Simón! Cambio. Simón.- Decía la radio constantemente.

Su corazón iba salirle del pecho

-¡Aquí Simón!- Dijo con la respiración entrecortada. -Estoy bien. Se volvió para localizar a su cazador, había desaparecido. -Vámonos de aquí...

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⏰ Última actualización: Jan 20, 2017 ⏰

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