Estúpidos

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Al abrir los ojos, lo primero que pudo divisar fue su rostro con la preocupación latente en él.

Sus ojos seguían luciendo como un mar negro, profundo y desconocido.
Mientras que sus labios parecían estarse conteniendo para no dejar escapar ningún sollozo.

Ella estaba mal.
Y él, a pesar de no saberlo, podía asegurar que era culpa suya.

¿Mikasa? ーalcanzó a preguntar con apenas un hilillo de voz, la cabeza le daba vueltas y le dolía todo el cuerpo.

Le dolía existir.

¡Eren!ーLa voz de Mikasa se elevaba sobre la suya.ー¿Te encuentras bien? No te muevas, necesitas descansar.

¿Qué sucedió con la Titán hembra?ーÉl hizo caso omiso de su comentario, no iba a descansar en una situación así.

Ella escapó. Estamos regresando al muro.

Entonces recordó.
Recordó su actitud dubitativa al momento de tomar una elección.
Recordó que había tomado la elección equivocada.
Recordó que sus compañeros de escuadrón habían muerto por su culpa.
Recordó que era un idiota.
No, más que eso, un estúpido.

Él, sin duda alguna, era un estúpido.

Lágrimas de impotencia se deslizaban sobre sus mejillas.
Realmente detestaba eso.
Detestaba pasarse su vida entera llorando.
Detestaba ser un inútil.
Detestaba que ella le dirigiera aquella mirada de lástima siempre.

Como queriendo protegerlo de todo lo malo del mundo.
Pero la realidad era, que no podía hacerlo.
Ella no.
Él no se lo permitiría.

Observó su rostro de nuevo, aquella desagradable mirada estaba ahí otra vez.
Ella sentía lástima por él otra vez.
Ella sentía lástima por él todo el tiempo.
Lo detestaba.
Casi tanto como se detestaba a si mismo.

Mikasa le tomó la mano.

Quiso mandarla a la mierda, gritarle y decirle que no necesitaba de su lástima.
Nunca más.
Nunca más.

Pero los únicos ruidos que se alcanzaron a oír fueron sus sollozos.
El ambiente era deprimente.

Conforme su llanto empeoraba, ella le sujetaba la mano con más fuerza.
Y él se lo permitía.
La quería a su lado, a pesar de todo.
Quería su compañía y su aprecio mas no su lástima o su indiferencia.

Cuando logró tranquilizarse a si mismo se dedicó a observar su rostro, tenía los labios temblorosos y la mirada gacha, como si estuviera recordando algo muy importante.
Ella pareció darse cuenta de que la estaba mirando porque segundos después levantó la vista y lo miró a los ojos.

Eren ¿Estás mejor?fue lo primero que preguntó luego de que ambos se mantuvieran en un extraño silencio, simplemente mirándose el uno al otro.

Eren quiso reír.

No te merezco, Mikasa.
¿Por qué sigues aquí todavía?

Estoy bien. ¿Cómo estás tú? ¿Te has herido?

No, todo está en orden. mintió a la par que sentía una ráfaga de viento recorrer su espalda.

Ten. Tu capa. dijo quitándose la misma de encima, al parecer ella había decidido convertirla en una especie de manta para él.

Ella negó con la cabeza.

Tú la necesitas más.

Eren soltó un suspiro, de nada servía discutir con ella y no quería arruinar el ambiente en ese momento.

Todo de ella le recordaba a su hogar.
El olor de su capa le recordaba al olor de la leña que recogían para poder mantener su hogar caliente.
Sus cortos cabellos oscuros le recordaban a la aparente eterna oscuridad justo antes del alba.
La bufanda al rededor de su cuello le recordaba a la fría noche en la que ella se convirtió en un miembro más de su familia.
Realmente quería protegerla.
Mantenerla a salvo.
Y darle un hogar otra vez.
Solo quería eso para ella.
Su lugar no era recibiendo cicatrices por culpa de los titanes.
Su lugar era en una casa cálida mirando la nieve caer a través de la ventana.
Su lugar era donde ella pudiese ser feliz.

¿Acaso...?
¿Sigues aquí porque tu felicidad está junto a mí?
Eso me tranquiliza bastante, Mikasa.
Entonces
Tú eres casi tan estúpida como yo.

Difícil de entender.「EREMIKA」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora