II.

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«La anciana dama», como la bautizó Arthur, tras un breve pero meticuloso estudio en el que la despojó de sus milenarias mortajas, se descubría ante él como la encarnación misma de la inmortalidad, pero también, de belleza. Una belleza cautivadora y perniciosa:
El mapa de su piel era una especie de porcelana grisácea, dotada de una resistencia extraordinaria, pero también, fácil de astillarse, sin embargo, encerraba su esqueleto con una pulcritud casi perfecta, como si la muerte la hubiera emboscado apenas meses antes de su descubrimiento.

«¡Qué tremenda muestra de majestuosidad!, ¡qué exquisito trabajo de momificación!. Oh, qué mujer más sublime. Cuán ferviente mi deseo de poder compartir mi efímero tiempo con ella.» -Exclamó con vigorosa exaltación nuestro egiptólogo, mientras, acurrucado al borde del sarcófago en el que reposaba la mujer, le acariciaba el pómulo con la mano desnuda y, para su sorpresa, poseía cierta temperatura.-

¡Cómo describir tal criatura! Sus labios y párpados, aunque contraídos respectivamente sobre la mandíbula unos y sobre las cuencas de los ojos otros, seguían intactos después de mil...Dos mil, ¡tres mil años!. Y sus cabellos, ¿qué decir de sus cabellos? Robustos y negros, cuya longitud alcanzaba los pechos inexistentes de la mujer. Su figura, estilizada como la espiga del trigo, yacía con la espalda recta y pareciendo noble y gallarda.

«¡Qué gran mujer hubiera sido!» -Pensaba Arthur, día tras día, mientras se negaba a que la momia abandonase su estudio y, abstraído, la observaba. Día. Noche. Atardeceres. Ya no hubo más días en las excavaciones para él: ya no hubo más descubrimientos. Su piel, tostada por el Sol, se decoloraba a la fría sombra de su estudio, tornándose nívea y macilenta.

¡Ingenuo e inocente, Arthur!, ¿qué dios podría apiadarse de ti cuando toda razón abandona ya tu mente?. ¿Qué entidad, maligna o benigna, puede apiadarse de tu alma, ¡si es que la tienes!, cuando has dado rienda suelta a la obsesión?.

¿Por qué has entregado tu corazón a los muertos?.

La anciana dama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora