✾ Capítulo II » Hermosa Rebeldía ✾

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  Berenice llegó junto a la primavera, a mediados de marzo

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  Berenice llegó junto a la primavera, a mediados de marzo. Una época en la que los profesores empezaban a ser más exigentes que de costumbre, los exámenes sorpresas e informes eran rutinarios a tal punto que llegaban a ser agobiantes. Además, que estaba el proyecto final, el dolor de cabeza para los del último año. Con un poco de suerte había convencido a mi profesor guía que me dejara realizarlo de la flora venezolana, por lo que ya tenía más de la mitad del trabajo realizado.

A pesar que Berenice era sociable por naturaleza, no solía hablar mucho con nuestros compañeros y eso estaba bien para mí. Así podía disfrutar de su compañía, claro que la rebeldía que destacaba en ella había aumentado y era apodada en el instituto como la 'reina de los problemas'.

Era una chica demasiado terca, extrovertida y, sin pudor, era la raíz de muchos inconvenientes con el resto de chicas del instituto, ella era más rebelde.

Lo curioso de todo, era que alguien como ella fuera amiga de alguien como yo.

Un chico tranquilo, paciente y con un amor incondicional hacia las flores, algo que muchos consideraban 'raro', siendo una de las razones por lo que tenía pocos amigos en el liceo.

Los primeros meses en la capital habían sido un infierno para mí.

El resto de los niños se alejaban de mí cuando se daban cuenta de mis gustos por las flores. Yo era el chico raro.

En la primera feria de mayo había armado, junto a un grupo de niñas, un arco de hermosos tulipanes, ganándome el odio de ciertos niños. Después de todo, el conocer de flores era el imán perfecto para atraer a las niñas, y eso a mis compañeros varones no les agradaba.

Sin embargo, entre todos esos niños odiosos apareció un chico que no le importaba mis preferencias, él con el pasar de los años se convirtió en mi amigo con pésimas excusas: Ricardo.

Cuando Berenice se transfirió a nuestro instituto, él había empezado a ser más sarcástico y bromista que de costumbre, sus chistes sobre Berenice y yo iban en aumento logrando que me pusiera nervioso cuando estábamos los tres a la hora del receso. De vez en cuando solía poner excusas pobres para no acompañarnos y así dejarnos solos, por su parte Berenice se aprovechaba de eso para hacer de las suyas y meterme en sus locuras.

Usualmente trataba de mantenerla tranquila con dulces en los recesos, como si fuera una niña pequeña. Pero en otras ocasiones era más difícil entretenerla.

En una ocasión, estábamos los dos en el patio trasero degustando unas palomitas dulces, cuando sus ojos parecieron iluminarse al conjunto con una sonrisa que tenía estampado 'problemas' en ella.

—¡Oye, Tiago! Se me ha ocurrido una fabulosa idea.

—Sea lo que sea, es peligroso —comenté comiendo un par de palomitas.

A Santiago le gustan las flores | EIDA 1 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora