Konoha podría ser el lugar más seguro del País del Fuego; pero apenas vió el estado en el que se encontraba la aldea, Hikari se permitió dudarlo.
Conocía el lugar por visitas previas a la guerra. Una aldea siempre llena de personas, calles atiborradas de puestos de comida o tiendas de regalos, niños revoltosos que dejaban a su paso una estela de gritos y polvo. Como principal punto de comercio e intercambio cultural, Konoha siempre estaba con sus puertas abiertas y sus habitantes siempre gozaban de buena predisposición y una sonrisa en sus rostros.
En su juventud, Hikari le parecía que era el lugar más importante de todo el mundo y se sentía afortunada de poder visitarlo en ocasiones, para disfrutar del abanico de posibilidades, personas, aromas o colores siempre cambiantes como la piel de un camaleón. Iba en los días de fiesta o para visitar a los padres de Sasuke, mucho más seguido a causa de esto último y se maravillaba de lo hermosa que siempre parecía estar. Ataviada como una cortesana feudal, así pensaba a Konoha, vestida con sus mejores sedas bordadas y de colores cálidos para resaltar la belleza de sus facciones, perfumada y con esa sensualidad sutil que siempre convence de volver a quien la ve.
Sasuke había reído mucho más abiertamente que de costumbre cuando ella se lo había insinuado de esa manera, recordaba. Hikari siempre había tenido ese espíritu soñador y casi poético que a menudo solían hacerla sentir distanciada de su amado. Ahora, sentía que esa clase de pensamientos eran propios de una niña, risueña y cómoda en la seguridad de una familia que apenas se molestaba en comentarle sobre el asedio del País del Sonido y su avance incansable hacia las fronteras de su país.
Y como la cortesana feudal que Konoha era en los sueños de Hikari, ella volvió nuevamente. Aunque no de la manera en la que solía suceder.
Siempre le había fascinado los tonos carmesí y beige que tenían las farolas de las calles, el aroma del incienso que siempre se sentía en la casa de kimonos, fabulosas obras de arte bordadas en oro y plata sobre la seda perfecta, representando algunas leyendas de Konoha o la perfección de los cerezos.
En ciertas ocasiones, Sasuke la había llevado a comer ramen en la pequeña tienda del amable Ichiraku en compañía de su amigo, Naruto. Hikari no recordaba mucho de esas cenas pues había sucedido hace años; pero si recordaba el sabor del ramen en su boca, la brisa de verano besando la piel expuesta que dejaba relucir su kimono y el roce casi imperceptible, fugaz y dulce, de la mano de su prometido tomando la suya.
En ese entonces, Konoha siempre se caracterizaba por sus bonitos colores. Adornaban la noche con su manto caleidoscópico, en lámparas de papel que se mecían con el viento; algunos con dibujos de dragones, ella lo recordaba muy bien, dragones que refulgía en las llamas que vivían dentro de ellos.
La joven suspiró, sobrecogida por la nostalgia que había golpeado su pecho al atravesar en el auto en el que iba, las enormes puertas que la separaban de toda la devastación más allá de los muros de la capital.
Había sido tan feliz en esa época. Feliz e ignorante.
Pero en el campamento, cuando pasaba las noches en vela a merced de la soledad, había tenido mucho tiempo para pensar.
Las señales siempre habían estado allí. En el rostro de preocupación que su padre dejaba ver en las noches, en el silencio durante algunos momentos alegres de su suegro; incluso el amigo rubio de Sasuke hablaba con semblante muy serio, tan impropio de él, días antes a que Hikari volviera a su villa.
No sabía a quién culpar. Si a ella misma por haber sido tan ciega o a su familia por haberle ocultado la amenaza que se cernía sobre ellos. Decidió luego que ninguno en su familia merecía ser acusada, no tenía sentido ahora. Los muertos no tienen deudas con esta vida.
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Algo por que morir
FanfictionEn tiempos de guerra, cada persona debe tomar decisiones. Esta historia habla sobre algunas elecciones y sus consecuencias. Hikari divide su corazón en dos grandes amores. Sasuke entre seguir su destino o perder su humanidad. Itachi entre un amor im...