• Drip Drop •

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Gota, gota. Goteo.

Gota, gota. Goteo.

Levanta la cabeza cuando unos pies se acercan a los lejos, chirriando suave con lo pulcro de las baldosas, provocando que él apriete un poco más fuerte el vaso de café que tenía entre sus dedos y que desde hace un buen rato se encontraba vacío. Si mal no recordaba, era el quinto café de la noche. Quizás sexto. Ya no estaba muy consciente de cuando bebía y cuando se levantaba a buscar uno nuevo. Porque a pesar de que llevando más de un día ahí, el sueño no existía y ni siquiera había caído sobre sus hombros y sobre su cuerpo, él se adelantaba y se obligaba a estar más lúcido cuando todos le habían dicho que no era necesario que estuviese y que se podía ir si lo quería.

Pero él ya no quería. Ya no quería lo que antes sí hubiera querido.

Los zapatos se detienen frente a él cuando ya los estaba esperando y se ve obligado a levantar la cabeza cuando no quería hacerlo. Y cuando ve los ojos de preocupación del médico, le asustan más de lo que estaba antes y le quitan el oxígeno que creía haber perdido hace bastante.

El rubio suspira, agotado, asumiendo lo peor justo cuando su nombre resuena a pesar de que ya tenía claro desde siempre que a la persona que buscaban era a él. Dentro de esos quince hombres y tres mujeres que no paraban de llorar, era él.

(Y justo ahora, prefería que no lo hubiese sido. Justo ahora no).

—    ¿Lee TaeMin?

Gota, gota. Goteo.

Gota, gota. Goteo.

No quería estar ahí, no le importaba negarlo ni le importaba ocultarlo. Tampoco le importaba mostrar su cara de aburrimiento y mucho menos dejar de sostener su rostro sobre su brazo que estaba apoyado en la mesa principal, sin dejar de mover la pierna por debajo de ésta, llevándose una mirada inquisidora de su madre y una reprochadora de su padre. Él no quería estar ahí. Se los había dicho y se los había advertido, así que no le importaba ni tenía interés en cambiar su actitud, por lo que solo los mira y rueda los ojos más aburrido.

No quería estar ahí.

Ni ahora ni mañana ni pasado. Simplemente no quería.

TaeMin toma la copa de vino que ya estaba a punto de vaciarse y mira a su lado, notando como su compañero ya iba por una nueva, degustándola por un buen rato para luego asentir y esperar a un nuevo jovencito que le rellena la copa y se va sonriendo de una forma demasiado coqueta (y demasiado innecesaria) sin dejar de ser observado por el que había pedido por su atención. El rubio carraspea y el aludido se demora más de lo que le hubiese gustado que se demorase, tomándose su tiempo en voltearse y mirándole de esa forma que consigue que quiera evitarlo y quiera arrepentirse por esos actos mínimos, pero innecesarios que parecían hacer a todos felices.

El alto estira su cuello hacia él y sus labios chocan con su mejilla cuando él quiere que no sea así porque detesta el cariño excesivo y porque detesta...detesta la existencia de él.

MinHo deja su rostro muy cerca y TaeMin no le mira, sino que solo se queda demasiado quieto, al borde de estar demasiado tenso con la mirada fija hacia el frente, evitando más contacto del que no necesita porque aún lo sentía demasiado cerca y porque aún quedaba demasiada fiesta que celebrar como para discutir con él de forma tan temprana.

Porque aún...

—    No te enojes, cariño.

Porque aún le costaba asumir demasiado que desde ahora lamentablemente, también era un Choi.

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