Fantasmas Perdidos

Capitulo 2- Comprendida

(Hanna)

Me siento diferente. Soy diferente.
Las cosas que creía que pasarían en mi futuro ahora dan una vuelta rotunda en mi vida y no se que será de ella.
Estoy embarazada, voy a tener un bebe y no me siento preparada para eso. Ahora tengo que dejar de hablar en singular para comenzar a hablar en plural, porque ahora ya no soy solo yo si no aquella persona que viene en camino.
Al principio fue un golpe duro, como un peso grande que me apretaba el pecho y no me dejaba respirar, pero ahora ya a perdido importancia. Soy muy consiente de que desde ahora mi vida cambiará irremediablemente y para siempre, es solo que no he llegado a medir las consecuencias y no se hasta que magnitud mi vida pueda llegar a cambiar, quizá lo sepa hasta que el bebe llegue.
Ahora ya estoy más relajada y me lo tomo todo con más calma, a mis padres les llega a preocupar lo poco expresiva que llegó a ser al hablar del embarazo. Mi madre se muestra entusiasmada mostrandome el lado bueno de las cosas, preguntándose a cada rato cual creo será el sexo del bebe o en que nombre quisiera ponerle, yo sólo le digo que aún no lo he pensado por no sonar grosera y decirle que no me interesa.
Es la verdad, no me interesa, ni el sexo y menos el nombre. Yo sigo actuando de manera normal, bueno, normal a mi manera. Podría olvidar que estoy embarazada si no estuviera creciendo y aumentado de peso cada día, lo veo, me doy cuenta. Todos los días me miró al espejo y veo que algo cambia, nunca es el mismo reflejo, siempre tiene que cambiar algo.
Es lo que hago, lo hago para no aburrirme y pasar el rato, me he visto como mi propio experimento personal.
Ahora estoy parada frente al espejo pero no solo veo mi reflejo si no algo más, algo que traspasa ese reflejo mientras miles de recuerdos acuden a mi cabeza, como aquel día en el que Max vino a casa a verme pocos días antes de que supiera lo de mi embarazo.

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Estoy recostada en la cama como todos los días, si, es lo único que hago ahora, estar recostada, mirar el techo y pensar en el "hubiera" como toda una fracasada, «hubiera aceptado a Jared cuando me lo pidió», «hubiera corrido más rápido aquella noche», es más, «hubiera dejado mi orgullo para evitar que cruzará aquella puerta».
Se que dicen que el hubiera no existe pero extrañamente me hace sentir un poquito mejor.
Una lágrima cae por mi mejilla pero la limpio rápido al escuchar a mi madre al otro lado de la puerta llamando. No espera respuesta simplemente asoma su cabeza a través de la puerta.
-Cariño- dice con voz suave-.Un chico vino a verte.
-¿Un chico?- pregunto rápidamente- ¿Quién?
-Dijo llamarse Max.
-¿Max?- siento un nudo en la garganta al pronunciar su nombre- ¿Está aquí?
-Si, esta abajo en la sala.
-¿Estás segura que quiere verme?- pregunto con nerviosismo mientras restriego mis manos sudorosas en mi pantalón.
-Si- arruga la frente-, ¿No conoces a ningún Max?, ¿Y si es un ladrón?, ¡Lo dejé entrar a la casa!
-Tranquila mamá- me levanto de la cama-. Si lo conozco es solo que... es extraño que venga a verme.
-¿Estás bien hija?- me acaricia el brazo con calidez.
-Si... bueno es que no quiero verlo. No ahora.

De pronto siento miedo, miedo de que me grite de nuevo, de que me diga que soy una asesina. No podría soportarlo, seria como vivir el entierro de Jared por segunda vez.
No quiero otro escándalo, no en mi casa y menos con mi mamá presente, para que sepa que su hija es una asesina.
-Dile que se valla mamá, por favor- mi voz suena suplicante.
-Está bien yo le digo.
-Gracias- lo digo con total sinceridad, en verdad me siento muy agradecida.

Mi madre me da un dulce beso en la mejilla y sale de la habitación. Me siento en el borde de la cama mientras escucho los zapatos de mi madre a lo lejos y después silencio, un silencio bastante tranquilo. No puedo evitar cerrar los ojos y respirar.
Unas voces rompen el silencio un minuto después, voces cada vez más cercanas hasta el punto de escucharlas al otro lado de la puerta.
Las voces son fuertes y puedo escucharlas con claridad. La voz alterada de mamá y de... Max.
El nudo de mi estómago se hace más grande.
Se abre la puerta y lo miro, alto e impotente.
Doy un salto y me pongo de pie aunque mis piernas fallan un poco, siento como el miedo crece hasta el punto de no poder respirar.
Max en mi habitación, me ve con una mirada penetrante lo cual hace que todo mi cuerpo tiemble.
-¡Le dije que no podía pasar!- grita mi madre por detrás de Max.
-Hanna necesito hablar contigo- dice Max ignorando por completo a mi madre.
Su voz no muestra signos de enojo ni furia como la última vez que nos vimos, esta vez su voz es más suave y tranquila, se podría decir que mas cansada.
-Ya le dije que mi hija no quiere hablar con usted- continúa mi madre-. Por favor le pido que salga.
-Hanna, por favor- súplica Max.
Dios, suena tan sincero que no puedo resistirme.
-Está bien mamá- logro articular aún con el nudo que ya está pasando por mi garganta-. Déjanos solos por favor.
Mi madre me mira fijamente por unos largos segundos como mostrando desaprobación pero milagrosamente asiente.
-Está bien- dice poco convencida-. Estaré afuera por si necesitas algo.
-Claro- es lo único que puedo decir.
No puedo evitarlo tengo terror de quedarme sola con Max en mi habitación, ¿Y si quiere asesinarme?, «No seas paranoica, respira». Opto por respirar e ignorar el impulso de salir corriendo.
Ninguno habla, yo agacho la mirada concentrandome en el suelo mientras siento la mirada penetrante de Max clavada en mi. El silencio es tan incómodo que me da el impulso de gritar pero respiro hondo y aprieto fuertemente los labios por si acaso.
Levanto la vista y luego escucho sus voz, pero en un nivel tan bajo que no pude entender lo que dijo.
-¿Qué dijiste?- tomo el impulso de preguntar.
Tengo miedo de lo que pueda decirme.
-Lo siento.
Esta vez lo dice más fuerte, no demasiado pero si lo suficiente como para escucharlo, pero estoy tan desconcertada por la respuesta que no se si escuche bien.
-¿Qué lo sientes?
Me siento como una retrasada hablando a base de preguntas.
-Si lo siento por... por todo.