Capítulo 3: El sueño no ha terminado

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El show ya estaba casi en su término y yo aún estaba dentro del sueño, era inexplicable para mí todo lo que hasta el momento había experimentado. El ambiente que había en el estadio era enternecedor, el mensaje que Michael transmitía con "Heal the World" hacia quienes lo oían estaba siendo recibido a la perfección. A pesar de no estar en la realidad, podía sentir ese calor, ese amor que todos, al igual que yo, liberaban al escuchar una pieza musical tan inspiradora. Alcé los brazos junto con casi 40.000 espectadores y por mí comenzó a fluir una sensación única, mis ojos no fueron capaces de guardarse la emoción y poco a poco se humedecieron.

El muchacho con el que hace un rato había hablado se encontraba en la misma situación que yo, emocionado al máximo. Lo miré unos segundos y él se percató de mi mirada, la cual respondió con una sonrisa. Yo se la devolví. La canción ya estaba por terminar, los niños que habían ingresado al escenario para acompañar a Jackson se estaban retirando y en unos segundos vendrconteniendoón que me haría estallar en emoción, estaba segura de que esa sería mi reacción. Y las notas comenzaron a sonar. Con voz dulce Michael se unió a la melodía.

I'm Gonna Make a Change

For Once in My Life

It's Gonna Feel Real Good

Gonna Make a Difference

Gonna Make it Right

Mi corazón estaba abierto de par en par, alucinando con aquella canción tan significativa. Sin dudarlo, seguí la letra con todas mis fuerzas, expulsando todo lo que estaba sintiendo dentro de mí. Nuevamente crucé miradas con el chico, y como si hubiésemos estado conectados, el rodeó con su brazo mis hombros y yo hice exactamente lo mismo. Ahora ambos cantábamos a todo pulmón, moviéndonos de un lado a otro acorde al ritmo de la melodía.

—¡Make that Change... Man in the Mirror! —coreábamos al unísono.

Michael Jackson y los músicos ya estaban tomándose de las manos para hacer reverencia al público, era en ese momento cuando sabías que el mágico concierto ya estaba llegando a su fin. Me apenaba mucho que todo esto acabara, sin embargo, estaba satisfecha de poder presenciarlo casi en persona, estaba completamente conforme y feliz. Yo suponía que mi sueño acabaría al término del concierto, pero para mi sorpresa no fue así. Todo seguía en su normalidad, la multitud salía con torpeza del estadio y no me quedó otra que seguirlos. El tipo con nombre que desconocía me tomó del brazo, para no perderme de vista entre todo el tumulto de gente, y salimos como pudimos del lugar. Cuando ya estábamos en la salida, el muchacho me miró de pies a cabeza conteniendo una evidente carcajada.

—¿Qué? —pregunté sin más.

—Ah, nada, no ocurre nada—dijo entre risas mientras yo lo miraba con el ceño fruncido—. Todavía no nos presentamos, creo que deberíamos hacerlo. Pero si no quieres, me da igual, lo dejo a tu elección.

—Amelia, veinticinco años. ¿Y tú? —le manifesté con completa seguridad.

—Marty, vein...

—¡¿Marty McFly?! —interrumpí burlesca.

Él me miró con indignación, algo me decía que no era la primera persona que se burlaba de su nombre. Podía notarlo, era la mirada de un alma llena de un sufrimiento causado por la mala idea, de unos originales padres, de dar a un hijo el mismo nombre que el del protagonista de una famosa película. Nuevamente me miró, como si estuviese repasando mi vestuario.

—Al menos no soy tan ridículo como para asistir a un concierto en pijama —vociferó con sed de venganza en sus ojos.

Al instante sentí mis mejillas acaloradas y me pregunté si realmente estaba en pijama (y también si era posible sentir tan real la sensación de enrojecimiento en un sueño), pero Marty decía la verdad. Miré mi ropa con una risa nerviosa plasmada en la cara, moría lentamente de vergüenza hasta que lo recordé. ¿Qué más da, si todo es un sueño?

Viaje de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora