#Segunda Parte

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—Todavía no ―contestó, haciéndola gruñir―. Llevas atormentándome con ese culo demasiado tiempo. Ahora va a ser mío.

—¿Qué? ―Ella se giró, observándola mientras dejaba caer una espátula negra―. ¿Me has azotado con mi espátula favorita? ―le preguntó, incrédula.

—Funcionó, ¿no? ―respondió, guiñándole un ojo.

El cuello le dolía de mirarla, pero siguió observando mientras ella rebuscaba en el estante de las especias. Imaginarse cayeran en su coño no era algo que ansiara experimentar.

―Ey, ¿qué buscas?

—Ja, ja, ¡lo tengo! ―Se giró con una feliz sonrisa en la cara y el spray del aceite de oliva en una mano.

—¿Aceite?

Ella se encogió de hombros.

―Necesitamos lubricante.

—¿Y no podías ir al dormitorio y cogerlo de allí?

—Cariño, ¿dónde está tu sentido de aventura? ―bromeó ella mientras daba golpecitos en su trasero, haciendo que sus terminaciones nerviosas volvieran a la vida. Ella no había pensado que fuera a sentir todavía los efectos de su azotaina, pero estaba claro que ella había hecho un buen trabajo con ello―. Mmm, mira qué culo tan rojo. Debo hacer esto más a menudo. Estoy realmente enamorándome de este aspecto tuyo ―comentó mientras le ponía las manos sobre sus nalgas y se las abría―. Y ese agujero pronto va a ser todo mío.

Ella tembló.

―No me hagas daño ―suplicó. Ya habían tenido sexo anal antes y sabía por sus experiencias anteriores que tenía que ir realmente lento o si no le dolería endiabladamente. ella tenía un arnés con un dildo un poco demasiado grande para aquello, pero a ella le gustaba muchísimo y no quería dejar de hacerlo.

—Me lo tomaré con calma ―le prometió―. Y usaré un montón de lubricante.

Ella jadeó cuando empezó a usar el spray sobre su roseta. Estaba frío pero olía bien, tenía que admitirlo. Ella cosquilleó en el ceñido agujero, su toque firme y sabiendo lo que hacía. Un dedo pasó más allá de la primera falange y ella se quedó quieta, esperando a ver qué hacía a continuación.

Siguió más aceite. Más dedos, también, hasta que supo que estaba ensanchada tanto como podía. Era doloroso y una sensación rara, no del todo agradable. Eso fue hasta que ella se arrodilló junto a ella y puso la boca sobre su coño. Ella aulló con el primer lamentó sobre su adolorido clítoris. Sabía lo que le gustaba y se aseguró de que sus lamidas fueran lentas y directas a su objetivo. No le tomó mucho tiempo correrse, su grito resonando por encima de sus cabezas.

Pensó que se detendría y se levantaría para tomar su culo. Pero no, no había acabado. Le chupó el clítoris justo mientras empezaba a empujar los dedos dentro y fuera de su culo. Picaba, sí, pero gracias a dios no los sacó del todo. Los volvió a meter dentro, su nudo de nervios abriéndose, y ya no supo en lo que concentrarse, si en sus dedos o en su lengua. La mano izquierda encontró la curva de su nalga y ella se tensó un poco al toque. Le masajeó allí, despertando la tierna piel y haciéndola gemir.

―Oh, no.

—Oh, sí ―le contradijo, finalmente levantándose con un último mordisquito a su clítoris―.Sujétate―le dijo mientras sacaba los dedos de su interior―.Mírate, toda abierta y preparada para mí.

No le dio mucho más tiempo. Un poco más de aceite con el spray sobre su culo, otro poco en su polla y empujó la punta contra su roseta. Se abrió de golpe, deslizándose la mitad de su largura antes de detenerse.

—Lento,¡maldición!

—Lo sé,corazón,lo sé.―La agarró de las caderas con ambas manos y se quedó quieta, dejándola acostumbrarse a sentirlo en su interior―.¿Estás bien?

Camila pensó en ello y decidió que de hecho no estaba tan mal.No le dolía tanto como la última vez y se lo dijo.

—Gracias a dios por eso.No creo que me pueda controlar mucho más tiempo―replicó antes de deslizar el resto de su dildo en su interior.Cuando estuvo profundamente en ella, dejó caer su rostro sobre la curva de su cuello y le mordisqueó la sensible piel de allí.Ella gimió,provocándole unas risas.

—Ahora te voy a follar duro,nena.Y tú te vas a correr,¿me oyes?

—No sé si puedo―le respondió sincera.A ella le encantaba sentirlo. Pero para ella el sexo anal siempre era algo de hacer y acabar cuanto antes.

—Lo harás―le dijo,sin aceptar discusiones―.Me aseguraré de ello.

Bueno, vale, pensó, agarrándose contra la encimera. Ella empezó a empujar,al principio de manera superficial, nada más que unos pocos movimientos de cadera.A la par, su mano derecha se deslizó, bajando por su redondeado estómago y luego entre sus muslos abiertos hasta que toqueteó los pelos de allí.

―Ooooh.

Ella se rió pero no se detuvo. Dos dedos que se separaron tan pronto tocaron su coño, dos dedos que le rodearon el clítoris.A penas lo tocaron pero fue suficiente.Se empezó a mecer contra ella ,haciéndolo gruñir de pura satisfacción femenina.

—Eso es, Camila. Eso es.Toma tu placer,corazón.

Su mano izquierda se separó de la cadera y se deslizó hacia abajo, justo al trozo de piel que tan lujuriosamente había azotado antes.La pellizcó,el dolor atravesando su media mitad,haciéndola gritar:

—¡Lauren!

—Eres tan jodida mente sexy―le susurró al oído―.Mírate,con mi dildo profundamente en tu culo.Te gusta todo lo que te hago,¿verdad?Soy una mujer muy afortunada.Todos mis amigos están celosos,ya lo sabes.

—¿Qué?―parpadeó―.No les dirías... ―su voz se perdió.

—Oh,sí,y tanto.Sé que tú también les cuentas a tus amigas cosas sobre mí.Te oí una vez.

¡Mierda!

―Pero tú no,¿verdad?

Ella se rió, el sonido fue duro.

―¿Tú qué crees?―y entonces sus embestidas se hicieron más pronunciados.Sus dedos se tensaron alrededor de su clítoris,haciendo que jadeara por la dulce,dulcísima,presión.Cuando ella volvió a pellizcarle la nalga izquierda,ella juraría que vio fuegos artificiales por detrás de los párpados cerrados de sus ojos―.Córrete para mí ―le murmuró―.Córrete para mí, Camila .Quiero sentir que tiras de mi dildo.

Y ella lo hizo.Lo hizo.Como si ella pudiera decirle cuándo llegar al clímax y su cuerpo le obedeciera.

Como si la controlara y tal vez,lo hacía... ella se rompió en millones de pequeñas piezas y sólo su agarre significó que no caería directamente al suelo.Segundos más tarde ella también se corrió.

Lauren dio un paso atrás y a ella le dolió un poco cuando se salió de su interior.La rodeó con sus brazos y ella se dejó caer contra su pecho,completa y totalmente apagada.Cuando ella  le susurró en el oído que deberían pasarse todos los fines de semana así,ella asintió y cerró los ojos,a salvo en su abrazo.

De Esta Manera (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora