Me llamo Ronnie Kray, llevo 13 años en la cárcel y esta es... una historia de las que no se habla en los libros, de las que nadie sabrá nada si le preguntas, pero que todo el mundo conoce. Mi hermano Reggie y yo controlábamos, en esa época, la totalidad de Londres. Por aquel entonces no era como ahora, claro, no existía el tráfico de drogas como ahora, ni había una "lucha contra el crimen" como hoy en día.
Por aquél entonces, controlar Londres era controlar las tiendas, controlar quién hacía tal cosa en cual sitio y cuándo, quién pagaba la protección de su negocio y quién prefería... un susto. Londres era de los gemelos Kray, nadie podía negarlo.
Sin embargo, como todos grandes "empresarios de éxito", teníamos nuestras debilidades. Las nuestras eran la fama, la violencia y la mafia americana. La fama, a la larga, nos acabaría costando el éxito, pero para eso están los libros. La violencia, a la que tanto nos habíamos aficionado de jóvenes, sólo la empleábamos contra otras mafias, "sólo contra alguien que creas se podría defender", nos decía nuestra madre. La mafia americana llenaba nuestra lista de ídolos a los que imitar, a cuya cabeza estaban grandes como Nat King Coole, George Raft y, sobre todo, Judy Garland. Con este último empieza nuestra historia.
Aquella noche de 1967, nos reunimos con Judy Garland, quien controlaba Las Vegas, el paraíso de los gángsters de las películas. El pacto que nos ofrecían era sencillo: dinero por mercancía. Ellos nos proporcionarían todo lo necesario para construir un gran casino como los que él poseía a cambio de la mitad de los beneficios. Mi hermano habría aceptado sin dudarlo, el pobre quería hacer de la palabra Kray una empresa con algo más que un par de clubs nocturnos. Sin embargo, yo, que soy más de... la vieja escuela del crimen organizado, le paré los pies, me negué y me niego a sucumbir ante los estadounidenses: serán nuestros ídolos, pero nunca nuestros jefes.
Quizá, a largo plazo, habríamos tenido algún tipo de colaboración, pero en su lugar tuvimos esta historia.
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Volviendo a casa, recordamos algo importante: no sabíamos nada de nuestra "sucursal" de Varsovia desde hacía varios días, algo extraño puesto que nunca habían fallado. No le habríamos dado más importancia de no ser porque, al llegar a casa, recibimos una llamada.
El dictador de España, que a muchos extrañaba que tras la guerra nadie hubiera intentado deponer, nos dijo:
- Hace cinco días que hablé con sus amigos de Varsovia para la remensa trimestral de señoritas y no he vuelto a saber nada de ellos, ¿qué ha pasado?
- Perdón? De que remensa habla?
- No me venga con excusas, señor Kray -dijo con un tono bastante agresivo para tratarse de él- me prometieron que todo estaría en la frontera de la RFA a las dos semanas, que uno ustedes, como siempre, se encargaría en persona de traerla hasta el Pardo. Les perdono estos dos días a cambio de una compensación
- Gracias Paco.
- No me llame así otra vez o no volveré a confiar en ustedes, nos vemos en dos semanas.
- Hasta dentro de...
- Otra cosa más, nada de explosiones esta vez, ETA gana apoyos cada vez que se le atribuye a sus miembros una de sus... complicaciones con la Guardia Civil.
- Está bien, una entrega discreta a tiempo presidida por mí, no se arrepentirá, caudillo.
- Hasta dentro de dos semanas, arriba España.
Ahora ya no estaba extrañado. Estaba asustado. Si Varsovia no nos había dicho nada era por algo, algo malo, algo en lo que los soviéticos estaban metidos. Tenían que ser ellos, eran los únicos que no hacían ruido para estas cosas.
- Reggie... tenemos un problema
- Tienes Ronnie, yo hoy ceno con Frances, encárgate tú de esto, por favor.
- Era Franco... pasa algo con lo de Varsovia
- ¡Mierda! ¡Te dije que no era un buen escondite! -Mi hermano entró en cólera en un segundo, como cuando iba a empezar una pelea callejera.
- No creo que haya sido el escondite...
- ¡¿ Cómo que no?! Joder, era una puta carpintería, ¡Una carpintería! ¿A quién se le ocurrió la genial poner la entrada ahí?
- No creo que haya sido eso, los rusos les han pinchado el teléfono, por eso no nos mandan la correspondencia.
- ¿Entonces?
- Entonces yo me encargo de esto -le aseguré-, vete con Frances y dale saludos de mi parte. Iré en persona a Varsovia, haré ruido por el camino como advertencia y resolveré toda esta mierda. Los soviéticos van a odiar haberse metido en nuestros asuntos, no olvidarán nuestras represalias. Créeme que todo el jodido Bloque Oriental va a temer la ira de los Kray después de esto.- Cumplir esa última frase costó eso que llaman "Primavera de Praga".
- Te veo animado.-Reggie había recuperado la calma con la misma celeridad con la que hacía un momento la había perdido.
- Créeme que lo estoy, -respondí con una sonrisa de oreja a oreja- Mañana mismo iré a Polonia, nos vemos en un par de semanas.
- No la cagues, Ronnie.
- Tranquilo, nosotros no perdemos clientes. Cuida Londres, el legado de los Frye debe continuar.
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Huy... los Frye, supongo que tendré que contarlo...
Se cuenta en las viejas tabernas, o al menos se contaba, que en 1868, dos gemelos, Evie y Jacob, de origen desconocido, llegaron a Londres. Cuenta la leyenda que eran parte de una especie de organización secreta que estaba enfrentada a otra, bastante parecidas a otras dos sectas de la que hablaré luego. La secta de los Frye buscaba la libertad de la gente, pero no libertad como dicen nuestras Constituciones, sino una libertad con la que enfrentar a la otra secta. La otra secta se dice que buscaba el poder, poder que había conseguido y utilizado en Londres para monotonizar las vidas de los trabajadores de las fábricas, a los cuales quitaban casi todo. Cuando había algún tipo de resistencia, Starrick, su líder, usaba a los Bligthers, su banda personal, como fuerza represora.
Ante esta situación, los gemelos Frye tomaron Whitechapel, al igual que Reggie y yo cuando empezamos, y crearon a los Rooks, con los que, poco a poco, fueron limitando el poder de Starrick y su secta hasta matarlos. Controlaron Londres hasta la muerte de Evie en 1895 y de Jacob en 1900.
Por supuesto, hay leyendas, pero... no las creo, sólo creo en el poder de los Frye y en el nuestro.
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La última entrega
General FictionEste es el guión de una película con el mismo nombre. Por supuesto, todo lo que hay aquí es pura ficción, así que no esperéis historia o una prosa envidiable, sólo palabras ligeras y alguna ocurrencia del autor. De todos modos, disfrutad.