Aspire todo lo que quedaba, una extraña sensación de descontrol subía por cada parte del cuerpo; así que pise el acelerador fuertemente la adrenalina empezaba a correr rápidamente por mis venas, las montañas se dejaban atrás, ahora se divisaba plenicias de inmensas llanuras, el verde esmeralda del pasto hacia resaltar el intenso y picante rayo de sol, el automóvil iba tan rápido que andaba solo, mientras yo me elevaba con la ultima papeleta que quedaba.
Mis pensamientos me carcomían frecuentemente me preguntaba ¿pero para que morir? ¿Pero para que vivir? Tal vez lo mejor de los mundos era no estarlo a la vez, ni vivo ni muerto un punto medio que solo lo podía encontrar aspirando.
Si salgo con vida, pagaría con la pena moral de estar en un mundo de crueldad, mentiras, hipocresía, infortuna, hambruna, desdicha y soledad; si muero vagaría entre las almas en pena año tras año mientras encuentro aquella fantasiosa luz de las que muchos hablan pero pocos llegan.
De pronto una curva inesperada hizo que el carro se volcara, sentí un olor fuerte de gasolina y desperté de mi mundo, forcé varias veces la puerta pero ésta no abría, cada vez que me movía sentía que algo me rasgaba la piel, vidrios filosos penetraban todo mi cuerpo, quizás me estaban dando la señal que debía fallecer ahí. Un último intento con la puerta y logré salir, pero mi pierna derecha se había quebrantado y desgarrado había quedado atrapada, un grito desenfrenado salió de mi cuando poco a poco me amputaba la pierna. Con el suplicio padecido de mi extremidad salí arrastrándome lentamente. Me di cuenta que había caído en un barranco, el barro y el pasto se penetraba infecciosamente por mis graves heridas, mi ropa cubierta totalmente de sangre alimentaba más la escena . – Ayuda - ayuda por favor salía de las pocas fuerzas que me quedaban, ya lejos del accidente, mi cuerpo no pudo soportar el desangro y me desmayé.
Cuidadosamente empecé a abrir mis ojos, no sabía si estaba con vida o no, estaba todo oscuro y el sonido del silencio era cada vez más aterrador, una pequeña vocecilla escuche -pensé que nunca ibas a despertar, mientras escuchaba la voz trataba de divisar de donde provenía, una sombra negra hacía reflejar el cuerpo de una anciana, ella traía puesta extraña ropa, un sombrero grande que le cubría su cara, un chaleco café oscuro entre tejido, un saco amarillo puro y un raro bolso grande de varios colores que hacia juego con sus calcetines.
Me trate de levantar pero me caí debido a que ya no tenía mi pierna derecha y aún estaba un poco adolorido, noté que ella se acercó y me abrazó diciéndome suavemente en el oído:
¡Bienvenido! Te estábamos esperando.
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Relatos en silencio
Short StoryMas allá de los cuentos, las novelas e historias sin fin creadas por la imaginación, se encuentran los breves relatos acerca del amor, la depresión, el odio y un sin fin de emociones que vivimos cada día. Te identificarás y te sorprenderás con cada...