Era el final.
Casi podía escuchar sus palabras. Podía verlo en su mirada. Y sin embargo cuando sus labios se abrieron diciendo las palabras que tanto temía, no fui capaz de captarlas en su totalidad, igualmente era innecesario. Acababa de perderlo todo.
Las lágrimas escaparon de mis ojos sin que hubiese nada que las detuviera. Traté de limpiarlas con el dorso de mi mano inútilmente. No podía creerlo. No quería hacerlo. La persona frente a mi en ese instante era lo más importante en mi vida y acababa de decirme aquellas palabras que todo amante teme alguna vez escuchar de la persona con la que creeria pasaría el resto de su vida.
"Ya no te amo"
Y sabía desde ese momento que incluso si el tiempo pasaba, no sería capaz de olvidar aquello jamás, sin importar si su rostro se volvía borroso con el paso de los años en mi memoria, o si llegaba a enamorarme de nuevo, algo que en tal momento parecía completamente imposible, porque todo el amor que sentía estaba dirigido a él, solo a él.
Pero ya nada importaba más. ¿Qué podía decirle? No había nada que pudiese hacer que algo que se había extinguido volviese a nacer entre nosotros. Y lo sabía, lo había sentido, intentando engañarme pensando que eran imaginaciones mías, pero lo sabía, por ello mi resolución se había vuelto tan firme antes de dirigirme a verlo.
Ahora todas esas palabras que quería decirle quedarían enterradas en algún lugar recóndito de mi ser.
Días antes lo había decidido. Daría todo de mí, absolutamente todo. Renunciaría a lo que fuese por estar a su lado. Incluso si sabía que era algo tonto, que era arruinar mis oportunidades, había pensado que si él lo quería, iría con él a donde fuese, abandonaría todo, mis estudios, mi hogar, todo con tal de no verle alejarse de mí nunca más.
Es por eso que aunque también hubiese decidido que si todo se terminaba le mostraría una sonrisa y le dejaría ir, incluso si mi corazón se quebraba, que no pude detener el llanto. Lo amaba, lo amaba tanto y dolía tanto que no era capaz de hacerlo. No quería ver su rostro lleno de lástima por mi o sintiéndose culpable. Mucho menos quise que sucediera lo que pasó. Sentir sus brazos rodearme, sus caricias en mi cabello, como si tratara de decirme que todo estaría bien. Eso era aún más desgarrador de lo que pude haber soportado.
No sé cuánto tiempo lloré en su abrazo, no tenía la fuerza para apartarme y cuando al fin lo hice, fui al cuarto de baño, no recuerdo lo que le dije. Pero cuando salí, aún dejándo correr las lágrimas por mis mejillas, él sonrió tristemente y tras un momento se marchó, dejándome atrás.