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Era el padrino principal, porque a Taemin se le había ocurrido tener varios padrinos, y tenía que ocuparse de muchas cosas, como de dar el discurso más importante, porque Jinki, Jonghyun y Kibum también discursarían, pero Taemin se lo había pedido diciéndole que su discurso sería especial, porque era su mejor amigo.
El mejor.
Y por eso estaba ahí, comiendo un par de botanas mientras se tomaba su cuarta copa de vino. Sus amigos le miraban preocupados, pero sabían que él no cometería ninguna locura, al menos no esa noche, y mucho menos arruinaría con algún numerito ridículo el día especial de Taemin.
Sólo que no quería compañía, aunque sí, pero sabía que si abría la boca explotaría y llevaba varias horas de contención que serían inútiles si se echaba a llorar como un tonto y estúpido chiquillo.
Y el momento que más esperaba, que también odiaba, estaba a punto de llegar. Necesitaba que llegase para poder huir de allí, porque hasta ahí su papel de padrino y mejor amigo terminaría. Al menos por esa noche.
Y la proyección de cómo los novios se conocieron empieza.
Ya había visto las felicitaciones y escuchado los discursos de los novios. Sólo faltaba esa última parte; los brindis y el vals.
Una serie de fotos y videos divertidos que Jinki había filmado aparecen, haciendo que Taemin se avergonzara al ver en público que tenía amigos con algo de retraso mental. Y en vez de ver las fotos lo veía a él; reía sin contenerse y avergonzado cubría su rostro cuando era demasiado y se veía a él mismo en pijamas de presos a pedido de Kibum que los había diseñado.
Dios.
Se veía tan bonito así.
—Mira las fotos.
El rostro lleno de preocupación de Kibum le hace reaccionar y lo hace. Obedece porque sabe que es lo mejor, sobre todo para un momento así.
Y cuando las ve pasar una por una, casi siente que muere porque ahí, en esas imágenes no podía verse a sí mismo en su amistad especial con su mejor amigo, porque los mejores momentos no estaban ahí, pintadas en imágenes.
Porque para él, Choi Minho, de profesión contador público, con un trabajo fijo y estable por más de cuatro años, sus mejores momentos al lado del novio no estaban ahí; estaban en su mente.
Sobre todo en ese pórtico, en ese pretil que les había visto sentados uno al lado del otro por tantas horas, por largos segundos que se eternizaban en sus risas que no podía parar de escuchar.
Y cómo olvidar esas largas vacaciones de verano en las que después de su trabajo de tiempo completo solía ir a su casa a llevarle algo de comida, porque sabía que Taemin era insaciable, y siempre tenía hambre. Esas largas horas que se la pasaban jugando en el parque para niños y en esos columpios donde Minho no entraba y Taemin siempre le echaba en cara que tenía un culo bonito y pequeño, aunque nunca supo por qué le decía lo de bonito, porque pequeño si era.
Esas noches de invierno en las que tomaban un poco de café y solían irse a casa a pie, algo que ni siquiera sus mejores amigos sabían, porque era secreto, sólo entre los dos que disfrutaban de forma masoquista el frío, apaleándolo con un poco de café y su compañía.
Incluso recuerda que fumaba en su puerta, cuando sabía que los padres de Taemin ya estaban dormidos y no lo verían siendo una mala influencia para su hijo, él siempre le pedía que compartiesen uno, aunque fuese sólo uno.