Reborn...

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(Portada por: @AAnagabriela)

Eso es lo que oí la otra noche. Me lo susurró el viento, me lo susurraron las estrellas, me lo susurró el universo... Y entonces lo supe. No se exactamente que es lo que supe, pero lo supe.

La mañana siguiente de esa noche, me levanté, desayuné un huevo con beicon, me vestí de traje (ese día había reunión de empresa, creo recordar...) y me fui a trabajar. Lo de siempre.

No cerréis el libro aun, que ahora viene lo bueno.

Mientras caminaba por la calle, algo me cogió de los hombros y me elevó de el suelo. No pude mirar quien era, ya que estaba demasiado concentrado en no desmayarme de el miedo. Si, tengo miedo a las alturas. Ala, ya lo he dicho. No es algo de lo que esté especialmente orgulloso, como es normal. Y como no, acabé desmayándome.

Cuando desperté, me encontraba en una mullida cama, con un suave y caliente edredón. Entreabrí los ojos y vi que me encontraba rodeado de diez personas, de las cuales cinco eran chicas; muy guapas, si puedo decirlo (que solo llevaban un sostén, ni camiseta ni nada); y cinco chicos; todos ellos rubios; menos una chica (los chicos no me fijé mucho), que era pelirroja. La miré y me devolvió la mirada, con una sonrisa tan cálida, que me volví a dormir.

Mientras dormía, tuve un sueño muy extraño: en el sueño estaba volando por encima de una ciudad que estaba en llamas, arrasada por lo que podría ser la guerra. Me posaba en el suelo (¡Si, me posaba! ¡Como un maldito pájaro!), y me paseaba por esa ciudad, sin sentir nada. Ni pena, ni miedo, ni apiado, nada. Empecé a caminar, aparentemente sabiendo hacia donde iba. Caminé por lo que parecía una calle hacia una plaza. Mientras me acercaba a la plaza, se puso a nevar. Así, de repente. Y cuando llegué al centro de la plaza, lo volví a oír: Reborn... Pero esta vez, me lo susurraba la plaza, como si miles de personas estuvieran dentro de los edificios derruidos, bajo el suelo, por todas partes. Cerré los ojos y me dejé llevar por ese sonido, esa simple palabra...

Los volvía abrir y me encontré cara a cara con un bello rostro con pecas y un mechón rebelde escapando de detrás de su oreja. Su rubio cabello me hacia cosquillas en la mejilla. Sus ojos verdes me miraron con admiración, cosa que aún no se porque hizo.

-¡Se ha despertado!, dijo

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