Extraño, ¿no?

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  Unas fuertes manos me cogieron por los hombros y me apoyaron sobre la pared. Desde ahí, pude ver toda la habitación. Era una habitación bicolor, roja y blanca, donde no había ningún mueble más, excepto la cama donde estaba yo. Solo habían dos personas más: la chica rubia y una chica pelirroja. Mientras me preguntaba como podía ser que esa preciosidad con pelo de fuego pudiera tener tanta fuerza, la otra chica hizo aparecer de la nada (¡si, de la nada!) una taza humeante.

 -Me llamo Rosa, dijo. Toma bebe un poco, te sentara bien. Es chocolate.  Me entregó la taza llena de delicioso liquido color cacao. Le di un trago golosamente y me quemé al instante.

-¡Ten cuidado, tarugo!, saltó la chica pelirroja 

-¡Está ardiendo!, exclamé

-¡Pues claro!, replicó

Se hizo un silencio incomodo, roto por la risa mal disimulada de Rosa.

-Perdónala. Esta nerviosa desde tu llegada. Se llama Giny.

-¿Porque estoy aquí?

-Ah, eso... soltó Giny con un poco de rabia. Pues...

-Ya te lo cuento yo, que sino nos estaremos aquí todo el día...

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