Parte 3 Una Larga Noche

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La noche era oscura y fría, solo contábamos con una linterna y un fusil que a juzgar por mis conocimientos diría que era una M16, la cuales cargaba la lider del grupo. La apacible luz de la luna era lo único que nos dejaba ver mas allá de nuestras narices, puesto que la lampara se mantenía guardada dentro su bolso.
Aun recuerdo que en un momento en el que me destinaba a escribir en mi diario, fui interrumpido por la seria mujer.

-¿Hemos venido a escribir? Manteen tus ojos al frente niño -Me ordeno-. Por cierto, no espero formar ningún vinculo con nadie, y seria mejor que tu tampoco lo hagas, llámame Thompson.

Su concejo daba vueltas por mi mente, ya que luego lo anote en mi libreta como la regla numero cinco.

La noche continuo silenciosa y aburrida, parecía interminable y ante esta situación mi mente no podía evitar recordar cosas, cosas que quería olvidar... Decidí enfocarme en la vigilancia dejando mi mente en blanco, cada rama que se movía era un peligro, cada viento que soplaba me alertaba que algo podría suceder, no tenia ningún arma mas que mi cuchillo que tome de la gasolinera y con cual sabia que no me podría defender ante una situación critica.

Para evitar el aburrimiento y ser mas eficaces, comenzamos a merodear los alrededores y abarcar mas espacio, dando vueltas una y otra vez el lugar al cual analice parte por parte y sacar ventaja si algo ocurría.
Volvimos a reunirnos y Thompson se mostraba seria como siempre preguntándome si había detectado algo a lo cual negué, esto hasta después de otras dos rondas en la cual escuche una rama partirse por mis espaldas, era un infectado que no se había percatado de mi presencia, me escondí y me mostraba preocupado, la duda infectaba mi cabeza y tenia miedo de atacar.
Corriendo lo mas silencioso posible hice lo mas inteligente que se me ocurrió, llamar a Thompson de una manera silenciosa, de pared a pared, corriendo me acerque lo suficiente a ella como para tirar una piedra y alertarla de mi presencia, y a base de señas logre que se acercara a mi mostrando la posición del infectado.
La mujer sin alterarse se quedo inmóvil unos momentos pensando su movimiento hasta que susurrándome al oído logre entender el plan. Primero llamamos la atención del  intruso golpeando las rejas que protegían al campamento y este rápidamente volteo a ver confuso, cuando comenzó a acercarse mantuvimos la respiración e hicimos el menor ruido posible hasta que estuvo lo suficientemente cerca para el golpe, Thompson atravesó sus manos por la rejas y sostuvo la cabeza del infectado para evitar que mordiera a alguno de los dos y sin esperar mucho saque mi cuchillo apuñalando el cráneo del horrible ser.

Al terminar, volvimos a nuestras posiciones iniciales para tomar un breve descanso y repensar lo sucedido, esta vez estaba menos atemorizados que los encuentros anteriores con los caníbales pero el miedo se mantenía.

-Este lugar cada vez es menos seguro -Menciono Thompson agarrando su labio inferior con dos dedos de su mano derecha- Tenemos un mes máximo para que hordas de esos bastardos rodeen nuestro fuerte.

Me mantuve callado escuchando lo que Thompson decía, lo cual la mayoría eran preguntas que se hacia ella misma en voz alta y luego de unos largos minutos, volvimos a merodear en círculos el campamento hasta que amaneció.

El sol salia y quemaba mis ojos acostumbrados a la oscuridad de la anterior noche, tenia fatiga y me costaba mantenerme despierto, así que  me salte el desayuno y descanse solamente dos horas y luego fui obligado a levantarme por Thompson que se veía cansada pero siempre se mantenía firme, comí una golosina como desayuno y procure no acercarme al lugar donde detuvimos al infectado ya que de el provenía un olor fétido de mal gusto. 

La mañana fue tranquila, nada mas que el sonido de una migración de aves de informaba que el invierno estaba cerca y las provisiones escasearían mas, no podía haber peor época para este cataclismo, el pensamiento se nublaba y había menos actividad en todos los integrantes del refugio, y así continuaron los días como una rutina, el mismo trabajo, los mismo pasatiempos, las misma comida con sutiles variaciones, pero todos sabíamos que era momento de partir de ese refugio, avistamos a otro infectado cerca de nuestro campamento pero por fortuna de nosotros desapareció de nuestra vista unos minutos después.

Debido a que contábamos con unas veinte  personas en el mismo lugar, las provisiones durarían muy poco, y pronto se acabarían con nuestra gran cantidad de gente, se escucharon rumores de que se había propuesto que la mitad de nuestro grupo se mudara a la ciudad, en busca de mejores recursos, obviamente muy pocos estaban de acuerdo con esta idea por la peligrosidad que suponía, sin embargo yo estaba conforme y quería visitar a la ciudad, una parte de mi se había llenado de un sentimiento de venganza por parte de esas atrocidades y quería acabar con todos los que fuera capaz, pero eso estaba fuera de mis capacidades.

Tiempo después Thompson dio la noticia de que diez de todos nosotros iríamos a la cuidad, solamente aquellos que se atrevían, contándola a ella y nos dio unos días para tomar una decisión, la mía estaba clara, quería partir, pues no tenia ningún lazo de afecto con nadie del grupo, las reglas de Thompson quedaban claras para mi y buscaba seguirlas al pie de la letra, la regla numero cinco.

Y así llego el día de la salida y con ellos los llantos de todos aquellos que tenían un vinculo de sangre y se separaban por un bien, quienes partiríamos eran dos chicas, una de ellas tenia una edad cercana a la mía, cuatro hombres, uno de ellos de la tercera edad, dos mujeres, la líder, y yo.


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⏰ Última actualización: Jul 08, 2017 ⏰

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