Marlo conducía a toda velocidad su Mercedes último modelo saltándose por los pelos el semáforo en ámbar, iba hablando por teléfono como siempre con Diego, pero ese día en vez de accionar el manos libres automáticamente le dió por contestar de malas maneras a su amigo, estaba de un humor de perros y aún estaba discutiendo con este cuando al girar en un cruce escuchó un golpe tremendo. Se quedó paralizado por un momento, blanco como la tiza miró hacia delante, sobre la luna hecha trizas del vehículo resbalaba un cuerpo femenino hecho un manojo de cabellos castaños ondulados y tela negra al tiempo que un zapatito rojo salía volando...
__¡Marlo tío! ¡¿qué ha sido ese ruido, estás bien?!__chillaba la voz al otro lado de la línea ya que había dejado caer el móvil al suelo de la impresión, aún no se había recuperado.
El pulso le iba a toda prisa y sentía que la adrenalina lo hacía temblar sin poderlo remediar impeliéndolo a actuar, recogió el aparato y llevándoselo a la oreja con voz temblorosa sólo dijo:
__He de dejarte, creo que acabo de atropellar a alguien__colgó sin dejar tiempo a oír nada y se acercó rápidamente a la parte frontal del coche completamente abollado y hundido, el pitido de la puerta abierta no hizo más que crispar sus nervios.
Miró alrededor pero no había ni un alma en aquella calle a esas horas de la noche, las luces eran lo único que se veían, ni siquiera se oía más que la lejana autopista este muy a lo lejos.
__¡Joder!__se llevó las manos a la cabeza y se agacho rápidamente junto a la muchacha.
Estaba completamente inmóvil, había quedado desmadejada de lado tal y como si se hubiese acurrucado.
Le apartó con suavidad el cabello del rostro y se quedo sin aire. Era una chica realmente preciosa, no tendría más de veinte años y su pelo castaño formaba una sinuosa cascada sobre su pálida piel. Sus labios rojos como la sangre eran pura seducción pero seguía completamente inmóvil. Trató de buscarle el pulso y apartó la mano tan rápido como si se hubiese electrocutado. Estaba helada... sin pulso... se llevó las manos a la cara y volvió a levantarse dando vueltas sin saber que hacer sobre él mismo, estaba demasiado nervioso para pensar.
__¡Joder, joder, la he matado! ¡Hostia puta!__Miró el móvil que aún sostenía y empezó a marcar el número de emergencias cuando algo llamó su atención.
Miró hacía la chica y creyó ver que apretaba los párpados, almenos sus espesas y largas pestañas se habían movido, se agacho de nuevo y escuchó un leve gemido que salía de ella y como despacio empezaba a moverse y abría los ojos. Se llevó la mano a la cabeza como quién se frota un chichón y se levantó estirándose como si nada haciendo crujir sus huesos.
Marlo se quedo ahí, paralizado, los labios entre abiertos y el zapato aún el la otra mano, ella lo cogió como si nada.
__Vaya, gracias__le sonrió.
Era la sonrisa mas arrebatadora e increíble que jamas había visto, inocente pero seductora hasta la muerte. Observó sus largas piernas deliciosamente torneadas y como se encajaba el zapato y volvía a mirarlo. Era simplemente preciosa.
__¿Es...estás bien?__consiguió preguntarle sin dar crédito a lo que veía.
__Oh sí, siento haber cruzado así__volvió a sonreír con esa inocencia traviesa de una adolescente__Tenía algo de prisa.
__¡¿Pero es qué no te das cuenta de que podría haberte matado?! ¡joder! ¡estabas muerta, no respirabas!
Ella sólo parpadeó tan tranquila colocándose ese atrevido vestido negro.
__¡¿Se puede saber qué eres tú?! Un zombi, un bicho raro, una alucinación...
Ella puso los ojos en blanco exasperada y suspiró arrebatándole el móvil de las mano a Marlo pulsando la tecla de colgar.