Antes veía de madrugada
tu sonrisa desquiciada
y tu mirada de lobo feroz.
Ahora tu recuerdo me persigue
y cuando sueño me alcanza.
Tengo miedo, y tu ni siquiera existes.
Después, de noche, me alcanzas,
tus garras arañan mi coraje
y te abalanzas sobre mi, riendo.