Capítulo 4

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-No quiero a alguien como tú en mi vida.

-¿Alguien como yo? ¿Qué sabes tú de mí? ¿Acaso sabes cuánto lloré yo por ti? ¿Sabes cuánto tiempo estuve sola? No, claro que no, no lo sabes porque te fuiste y no estuviste allí, prometiste que no dejarías que nos separaran y ¿qué hiciste? Desaparecer... Y sí, he estado con modelitos como les dices pero ninguna jamás ha llegado ni cerca de ser algo más en mi vida y ¿sabes por qué? Porque ninguna de ellas eres tú. -Me levanté de la mesa molesta y con lágrimas en los ojos. La chica llegó a nuestra mesa y sin mirarla me disculpé diciendo que tenía una reunión y salí de allí.

Subí en mi auto negro, baje la capota, necesitaba aire y también necesitaba llorar. Conduje sin rumbo fijo cantando y llorando. Pablo me había llamado unas 7 veces pero no quería verlo, no quería hablar con nadie. Y para colmo mañana era el gran desfile y tenía que verme espectacular... Ser la figura deseable y prepotente, Dueña de todo, tendría que colocarme un antifaz imaginario y no dejar que nadie note lo que siento, esta angustia y este dolor. Me dolieron sus palabras... Me dolieron mucho, porque si hoy soy como soy es por ella. Y no creo ser nada de otro mundo... Una chica que no se ha vuelto a enamorar, que ama a un imposible y cuyo novio es un completo amor. Nada de otro mundo. Golpeé el volante de mi auto y me estacione en la avenida, no podía conducir en ese estado. Apoye mi cabeza contra el volante para calmarme un poco y dejar de llorar.

-¿Dulce? -Abrí mis ojos y había una chica a mi lado. Se me hacia familiar pero no la reconocía.

-Soy Roxana, ¿no me recuerdas?

-Roxana... -¿Quién rayos es Roxana? Aaaah claro Roxana... – Sí ahora te recuerdo eres la prometida de Rubí.

-¿Qué te ocurre? -Suspiré.

-No soy la mejor compañía hoy Roxana... Me siento un asco.

-¿Qué te ocurre? Ven baja del auto y hablemos. -Cuando miré me había estacionado cerca de una placita sin darme cuenta.

-No tengo muchas ganas de hablar... Me siento mal.

-Baja del auto y compraremos un jugo y algo para que comas, ¿te parece bien? -Me sonrió y entonces supe por qué Rubí se había enamorado de ella, es un sol. Sonreí no muy convencida pero necesitaba distraerme. Sequé mis lágrimas y la seguí. Compramos unos frappes de fresa y nos sentamos en una de las mesas. El aire fresco inundaba mis pulmones y cerré mis ojos mientras mordía una galleta.

-¿Es por Anahí que estas así? -Casi escupo el frappe y ella comenzó a reírse. -Lo siento... Debí esperar a que tragaras. No me mires con esa cara, que no soy tonta. En la casa de los Vant te desmayaste cuando la viste y luego la mirabas como si no fuese real. Estoy segura de que ni Pablo ni su familia lo notaron pero yo sí. Estabas muriéndote... Temblando... -Yo la miraba más que sorprendida. –Ahora responde mi pregunta. –Me miró decidida y no tuve otra opción que confiar en ella, además no es como si tuviera mil personas con quien desahogarme.

-Sí, es por Anahí... -Expulse el aire de mis pulmones y volví a tomar una bocanada de aire. -Acabamos de tener una pequeña discusión y me afectó todo lo que dijo.

-Ella te ama. –Rodé mis ojos en una mueca.

-Sí seguro... -Dije sarcásticamente.

-Es mi mejor amiga, ¿lo recuerdas? –Abrí grandemente los ojos recordando que eso era lo que ella hacia allí, solo vino a acompañar a Roxana. -Pero ya no pongas esa cara. Ya sabía mucho de ti desde antes de conocerte. Y cuando vi como la mirabas y el estado de shock de Anahí más tu nombre se unieron las piezas en mi cabeza... Aunque fue una super coincidencia y un gran enredo mira que venirse a encontrar allí en la casa de tu novio.

Me enamoré de ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora