Parte 3 - Jazmín

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Disclaimer: Fantastic Beasts and Where To Find Them pertenece a sus respectivos dueños. Sólo escribo por placer y sin fines de lucro.

 Sólo escribo por placer y sin fines de lucro

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|Capítulo 3|

|Jazmín|

Jacob tuvo que hacer fuerza para levantarse al día siguiente a trabajar. Hace unos días le habían rechazado el préstamo para su panadería por no poseer garantía. La única opción que le quedaba era seguir trabajando en la fábrica de latas para poder reunir dinero y tratar de seguir persiguiendo su sueño. Sin embargo, era difícil. Ese lugar le succionaba el alma, lo hacía miserable.

Pero ese día ocurrió algo verdaderamente maravilloso. Mientras caminaba entre sus compañeros, todos con el mismo paso lento, sin hacer ruido y resignados a otro día más de horas de trabajo, alguien lo chocó con tanta fuerza que le hizo tirar su maletín al suelo.

―Disculpe― dijo la persona que lo chocó y siguió caminando.

 ― ¡Oiga!― le gritó Jacob, pero esta persona se había perdido entre la multitud.

Él sólo se limitó a pensar que esa persona era una maleducada por haberlo chocado así y no reparar en disculparse. Levantó su valija y se dio cuenta de que estaba más pesada que hace un rato, lo que le extrañó. En cuanto la abrió, vio que adentro había otras cosas que no estaban antes. Eran como cascarones de huevo rotos pero plateados. Había una nota que decía: "Señor Kowalski. Su talento se desperdicia en esa fábrica. Tome estos huevos de Occamy y úselos como garantía para su panadería. Un buen samaritano".

Primero creyó que era un chiste. Pero cuando más tarde fue con un joyero, este le dijo que esos huevos estaban hechos de plata legítima y que servían como una garantía. Jacob obtuvo un préstamo y en un abrir y cerrar de ojos, tuvo su panadería. Comenzó trabajando él sólo, pero con el tiempo pudo pagarles a otros como ayudantes.

La panadería prosperaba, llena de clientes todo el día. Jacob los atendía con gusto, él sólo estaba feliz de que sus creaciones hicieran felices a las personas. Desde ese día que se encontró perdido bajo la lluvia, con sus labios desprendiendo un suave aroma a coco, Jacob había estado teniendo sueños. Sueños extraños dónde diversas criaturas de las más extrañas, merodeaban por la ciudad y él tenía que ir por ahí persiguiéndolas. No sabía a qué se debían estos sueños, pero lo bueno es que le dieron ideas para hacer pasteles y bollos con las formas de esas criaturas. La gente le preguntaba de dónde sacaba sus ideas y él sólo decía que se les ocurrían. Pero la verdad era que sus sueños le parecían demasiado reales.

Desde casi la primera semana que abrió su negocio, la misma mujer venía cada dos días, curioseaba un poco entre los panes y las tartas, compraba algunos y luego se marchaba. Jacob tuvo siempre la sensación de que ya la conocía. Estaba seguro de que no, una mujer tan hermosa no andaría ni cerca de un tipo como él. Era menuda, de cabello corto rubio y rizado, sonrisa encantadora. Ella siempre lo miraba con cuidado. Siempre que se acercaba a pagar, Jacob podía oler su cabello, que desprendía un rico aroma a jazmín. No podía evitar ir a trabajar con una sonrisa todos los días, esperando a que la hermosa desconocida se apareciera por la panadería.

Al cabo de unas semanas, Jacob se decidió a hablarle de otra cosa que no fuera el precio de lo que ella quería llevar. Antes de abrir la panadería, pasó por una florería y compró un ramo grande jazmines. Buscaría la forma de dárselos cuando ella viniera. Con el correr de la mañana, comenzó una fuerte lluvia en la ciudad. Esto no le gustó nada, ya que cuando llovía demasiado la gente no salía de sus casas y la clientela disminuía. No le molestaba que no vinieran a comprar, pero aun cabía la posibilidad de que ella no llegara por la lluvia. Se hizo el mediodía y ella no había pasado por allí, así que Jacob decidió que era hora de cerrar. Primero se fueron sus empleados y cuando estaba por apagar las luces, oyó la campanilla de la puerta. Allí estaba ella, con su mirada inocente.

― ¿Ya cierras?― preguntó, mordiéndose el labio.

―Ya casi, mientras la puerta está abierta, yo estoy aquí para atender. Por favor, elija lo que quiera― le dijo él. La mujer rubia comenzó a caminar por las tartas y se decidió rápidamente por una que tenía fresas.

― ¿Cuánto es?

―Son cinco dólares, señorita... Disculpe ¿Podría hacerle una pregunta?

― ¿Qué cosa?

―No quisiera sonar atrevido ni nada así pero... ¿Puede ser que nos conozcamos de alguna parte?

Ella lo meditó un segundo y luego contestó.

―No lo sé, dulzura, tengo mala memoria. Es posible.

―No se preocupe― dijo, él, avergonzado.

―Si hablamos un poco más, puede que lo recuerde― ofreció ella.

― ¿Me está invitando a charlar?― preguntó extrañado.

―Sí, podemos tomar café. Claro, si tiene tiempo. Me llamo Queenie Goldstein― la mujer sonreía.

―Jacob Kowalski, aguarde un momento― él se fue rápido hacia atrás del mostrador y sacó las flores. Pensó que iba que tener que tirarlas si ella no venía. Volvió a dónde Queenie lo esperaba y se las ofreció.

― ¿Qué es esto?― preguntó ella, emocionada.

―Los había comprado para usted― el hombre se rascó un poco tras la oreja ―. Planeaba invitarla a tomar algo, si usted aceptaba.

― ¡Me encantan! ¿Por qué elegiste jazmines?― le preguntó Queenie.

―Porque huelen como tu cabello.

Ella le sonrió y lo tomó del brazo.

―Pues lléveme a nuestra cita, señor Kowalski.

Y ambos se fueron de allí. Lo que Jacob no sabía es que más temprano, Queenie Goldstein había leído sus pensamientos sobre darle las flores y fue a la panadería en cuánto él se quedó solo. Ella no dejaría que su hombre, el que rompió el molde, se le escapara, aún si no la recordaba.

Fin

Gracias por entrar a este escrito. Si quieres leer más sobre el mundo de Animales Fantásticos, entra a mis historias "Una luz en la oscuridad", "Amortentia a través del tiempo" que están completas o "Crónicas de un magizoólogo" que aún está en progreso. Los comentarios serán apreciados.

Cereza Queenie

La bruja y el panadero [QueeniexJacob]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora