Me despierto por un golpe seco y unas risas de fondo, y a pesar de estar atontado por el súbito despertar empiezo a notar los cambios en el cuarto. Es una vieja costumbre para estar alerta ante al menor indicio de peligro, y aunque no sea necesario aquí, lo hago por propia inercia. Liz ya no está en la cama y las ventanas están abiertas, debe haberse despertado hace unos momentos porque su lado aún está caliente. Me levanto, me acerco a la ventana y veo de dónde provino el golpe seco. Un mercader estaba llevando más mercancía de la que podía soportar su carro y una de las ruedas cedió ante el peso y todo se vino abajo. Las risas no podían ser otra cosa que niños, pero parecían haberse ido. Es increíble como la ciudad cobra vida de día. Las calles se encuentran atestadas de gente que va a la Plaza del Conquistador ya que desde allí se puede llegar a cualquier lado. Los caminos unen la plaza con el Distrito Yakza, el Puerto Nueve Damas, la Plaza de Mercaderes, y por supuesto con el Palacio. Desde estos puntos se llegan a todos los demás, como el Distrito Keisz o el Barrio de Trabajadores. Artesanos, botánicos, médicos, jueces, abogados, soldados de la Academia Militar, operarios de fábricas de cueros, de metales, de carbón, joyeros, comerciantes, marineros, capitanes, todos poblando las calles haciendo lo que hace cada uno. Es difícil pensar que hace solo unas horas no se encontraba ni un alma paseando por esos adoquines de piedra, y ahora esa alma no encontraría espacio en ese bullicio. La ciudad de Branca es curiosa por esto mismo. A pesar de ser una de las ciudades más importantes de la región, con una gran cantidad de población y de comercio, de noche muere como un pequeño pueblito de campo. No sabría decir a que se debe este fenómeno. Si a la falta de fuentes de diversión y ocio nocturna, o la falta de búsqueda de esto mismo de parte de la gente, porque hasta ahora nadie se ha quejado, ni yo tampoco lo hago. Es muy propicio para el trabajo que de noche nosotros seamos los únicos andando por ahí.
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Hasta que no quede nada
Ficción GeneralHay cosas que pasan desapercibidas frente a todos, que entran en la mente del sujeto pero no dejan rastro de haber pasado por alli. Dentro de esas finita cantidad de cosas (porque hay muy pocas que tengan esa fugacidad tan extrema) se encuentra la v...