Capitulo 9

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-¿Qué mie*rda quieres ____? –se voltea sin mirarme, saco mi mano de mi cara.

-Decirte que fui una idi*ota.

Cuando digo eso, me mira. Ve la gran marca color morado debajo de mi ojo. Sus ojos se cristalizan y corre hacia mí, me abraza. Me siento tan protegida cuando él me abraza. 

-¿Qué pasó? ¡Por qué tienes así tu ojo! –preguntó alterado.

-Diego estuvo por la noche conmigo.

-¿Te golpeó? ¿Lo hizo? –aun alterado.

-Sí –exploté en llanto.

-Mie*rda ____ –me abrazó más fuerte- ¿Te hizo algo más? Dime que no por favor linda, dime que no.

-Abusó de mí. 

-¿Sexualmente? –Dejó de abrazarme y nos miramos a los ojos, pude notar que algunas lágrimas caían por sus mejillas, yo asentí con la cabeza- Hijo de pu*ta, juro que si lo veo lo golpeo hasta matarlo –tomó mi cara con sus dos manos- ¿Eres preciosa, sabías? Escúchame atenta. Ese idi*ota vuelve a tocarte, o a acercarse a ti, lo mato, ¿entiendes? Haré lo posible por meterlo a la cárcel. Ahora eres de mí propiedad.

Y me besó. Su beso fue distinto a los otros dos que me había dado. Tierno, delicado, con amor, con dulzura.

¿Había dicho que era de su propiedad? ¿Ahora soy de Justin Bieber? Esto es genial. Con él me siento tan protegida, siento que todo cambia, siento que nada puede pasarme si él está a mi lado, y creo que así es.

Lo amo. Aunque sea una locura. Lo amo y mucho. Y creo que él también me ama.

Nos separamos lentamente, sin alejarnos, nuestras narices se rozaban y podía sentir su respiración mezclada con la mía. Se sentía tan bien. Ambas respiraciones mezcladas con su delicioso perfume. 

-¿Tienes hambre? –Acarició mi mejilla- tengo galletas y una máquina de café ahí dentro. Vamos y comes algo, estás pálida. Aprovecharé de revisarte y tomarte algunas pruebas para llevarlas al caso de Diego, lo meteremos pronto en la cárcel, lo prometo.

Entramos a su oficina, su aroma estaba en ella. Me indicó un sofá para que me sentara, sirvió dos vasos de café, y puso las galletas en la mesita que estaba al frente del sofá. Se sentó a mi lado y me dio mi café. 

-Gracias –sonreí.

-No es nada linda. Pero ahora ____, necesito que me respondas una pregunta.

-Dime.

-¿Realmente eras virgen?

-¿Dudas de mi palabra? Claro que lo era.

-¿Uso el imbé*cil condón?

-No sé, estaba mareada por los golpes.

-De acuerdo. Tengo que revisarte.

Me apuntó la camilla y las imágenes de la primera vez que lo vi, regresaron a mi mente. Qué vergüenza, en serio. Negué con la cabeza riendo y me paré, me senté en la camilla y bajé mis pantalones y mis bragas.

Ahora ya no me daba vergüenza, después de todo era su trabajo. Me recosté en la camilla y él se sentó en la silla que estaba frente a ella. Abrí las piernas mientras Justin se ponía sus guantes, yo solo lo observaba. Tomó una lupa, un poco de algodón y me miró.

-No tengas vergüenza linda, es mi trabajo, ahora lo estoy haciendo con seriedad –y me sonrió, lo que hizo sentirme más segura.

Suspiré y él me abrió más las piernas. Con un instrumento rarísimo me revisó ahí dentro, pude saber que era una cámara cuando vi en una pantalla. El observaba detenidamente. Luego de unos minutos, sacó la “cámara”.

-Al menos tuvo precauciones el imbécil. Usó condón.

Enamorada de mi Ginecólogo [Justin Bieber y Tu] HOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora