Capítulo 2

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Carlota tuvo que arreglárselas para abrazar a Zaira por culpa de la cantidad de equipaje que ambas tenían. Estaban muy emocionadas porque hacía más de tres meses que no se veían. A Carlota le sorprendió como el pelo castaño de su amiga se había aclarado hasta acabar siendo pelirrojo, un color que quedaba bien con sus grandes ojos marrones. En cambio a Zaira le sorprendió lo alta que era Carlota. Había crecido tanto en los últimos meses que ya sobrepasaba su altura sin problemas.

-Te he echado muchísimo de menos, Lota.

-¿Ahora es cuando tengo que contestar que yo también verdad?

Zaira rió y apartó a Carlota de un empujón. Aún riéndose, espetó:

-Idiota...

Las dos chicas caminaron juntas hacia una pareja que había cercana a la parada de autobús, que era el medio de transporte por el cual se iba al Internado Velázquez. Carlota apretó los labios con fuerza al ver que una de las dos chicas que había era Cara. Zaira no pasó por alto ese detalle.

-¿Vais a hacer las paces ya? - su tono de voz era de reproche, casi de aburrimiento.

-Por encima de mi cadáver.

Zaira suspiró y se detuvo para poder estar frente a su amiga.

-Escucha. Ya se que todo lo que pasó es culpa suya, no te lo niego, pero ya la conoces. Es incapaz de tomarse algo en serio. Habíamos dormido poco y...

-Eso no son más que excusas, Zaira. Si no sabe tomarse las cosas en serio significa que no podemos ser amigas. Y no insistas, porque no la voy a perdonar.

Después de decir esto, Carlota se giró y siguió caminando sin mirar atrás. Zaira negó con la cabeza ante lo testaruda que era y la siguió. Había más gente aparte de Cara y Carlota sería amable, o eso esperaba.

-¿Qué tarde llegáis, no?

La autora de la pregunta era una chica alta de pelo corto. Sus hombros eran anchos y aunque aparentemente no tenía músculo, era la más fuerte de todo el grupo.

-Hola a ti también, "Doña Puntual" -ironizó Carlota, pues esta chica solía llegar tarde a todas partes.

-Ona, no seas idiota -rió a su vez Zaira.

-Eso es mucho pedir. Ona siempre es idiota.

Mientras Ona y Zaira reían, Carlota dirigió su mirada hacia la chica que todavía no había hablado. Era bajita, de rasgos asiáticos y le devolvió la mirada a Carlota cargada de odio y resentimiento. Las otras dos chicas estaban muy ocupadas riéndose para darse cuenta de la batalla de miradas que se estaba llevando a cabo. Por suerte para todos, esa situación no duró mucho. Una profesora se acercó para indicarles que debían guardar el equipaje y subir ya al autobús.

-¿Te sientas conmigo, Lota? -preguntó Ona.

Carlota no se esforzó por ocultar una mueca de disculpa. Se cruzó de brazos a la vez que contestaba:

-Lo siento, pero había pensado en ir con Marta. Como estamos en la misma clase...

-No pasa nada. Ya ves tú que problema.

Ona soltó una carcajada. Como siempre, todos los presentes se contagiaron de su risa, hasta la gente que no la conocía.

-Zaira, ¿vienes?

-Pero, ¿y Cara?

La aludida no dio muestras de haber escuchado. Sólo se quedó parada hasta ver que Estel entraba por la puerta del autobús. Entonces se fue con ella.

-Arreglado -replicó Carlota con un tono de desprecio. -Son tal para cual.

Zaira la miró con reproche, a lo que Carlota contestó con un bufido.

-Voy a buscar a Marta.

Y, sin dar más explicaciones, se fue en busca de la que más adelante sería su compañera de venturas y desventuras.

☆♡☆

-¿No estas emocionada?

Marta se encogió de hombros mientras jugaba en el teléfono. Carlota sintió compasión por ella porque se lo iban a quitar nada más llegar al internado y sabía muy bien que era una adicta a los videojuegos.

-Yo estoy bastante emocionada. Mi hermano mayor me ha contado que hay muchas leyendas sobre el internado. No me extraña, porque es un edificio super viejo, aunque empezó a ser un internado a mediados del siglo pasado. No me digas que no es emocionante.

-Ajá -contestó Marta, aún sin apartar la mirada del teléfono.

Carlota comenzó a perder la paciencia. Era una persona muy nerviosa, así que comenzó chasquear los dedos en un intento de aplacar sus nervios.

-Mi hermano -continuó a regañadientes- también me dijo que había unicornios voladores y duendes del arcoíris.

-Ajá. Que bien.

En un movimiento desesperado, Carlota cogió el móvil de su compañera y se lo pasó a Zaira, que iba en el asiento de delante junto a Ona. La reacción de Marta no se hizo esperar y comenzó comenzó pelear contra Carlota para recuperar a su mejor amigo.

-¡Devuelvemelo, hija de puta!

-Zaira, si eres tan amable, guarda ese maldito teléfono antes de que me de un ataque.

Tras oír a Carlota pronunciar esas palabras, los ojos verdes de Marta refulgieron con odio. La chica se cruzó de brazos y, ante la mirada estupefacta de todos, sacó otro teléfono igual al anterior de entre su mata de pelo castaño.

Carlota suspiró y llegó a la conclusión de que no se podía hacer nada. Tendría más ocasiones para hablar con esa molesta adicta al móvil.

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⏰ Última actualización: Nov 04, 2018 ⏰

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