Ángel de la guarda

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-Tal vez deberías intentar dormir algo- Le dije a Ángela al verla bostezar por décima vez, había estado más de dos horas escribiendo en aquel cuaderno que Sam le había dado, eran las 5 de la mañana, los chicos se habían ido a dormir hace ya rato, yo me quede con ella porque bueno, no duermo pero ella sí, y lo necesitaba, sus ojos comenzaron a empequeñecerse a causa del cansancio. Me miro y se negó- Ángela, debes dormir algo-

-Tu, tu no duermes, porque si yo soy mitad lo que tú eres yo si debo dormir? Los demonios duermen?- Era tan inteligente-

-No, ni los demonios ni los ángeles dormimos pero tú no eres ni uno ni otro, eres ambos, si no viera que estas cansada y a punto de derrumbarte no insistiría en que durmieras, pero créeme debes hacerlo.- Miro unos segundos al suelo, con la mirada perdida y luego puso sus ojos marrones en los míos-

-Tengo miedo- Las palabras salieron de su boca tan silenciosamente que si no fuera porque estábamos los dos ahí solos sin ningún otro ruido no habría sido capaz de escucharlo, sus ojos se cristalizaron- Este lugar es muy frio, extraño mi hogar... tengo miedo Castiel-

-Nada va a pasarte, mientras yo esté aquí nada te ocurrirá lo prometo- Tenia unas ganas inmensas de abrazarla, incluso cuando yo jamás hacia eso, ella me hacía querer tomarla entre mis brazos y tranquilizarla- Ve a dormir Ángel... la yo estaré vigilando tu sueño.- Ella me miro aun con los ojos cristalizados y asintió, se puso de pie, dejo el cuaderno en la mesa de centro que estaba frente a ella y antes de salir de la habitación de giro para mirarme-

-Gracias.- Se quedó inmóvil, como si estuviera debatiéndose entre irse o no, me aguante las ganas de caminar hasta ella y abrazarla, pero ella no lo hizo, camino hacia mí, acelerando el paso casi tropezándose con sus propios pies, colgándose de mí finalmente y hundiendo su cara en mi pecho- Lo lamento- dijo luego unos minutos- No volverá a pasar- esta vez si camino hasta desaparecer de mi vista por el pasillo, que acababa de suceder?, me deje caer en el sillón y suspire, que había pasado? Porque mi corazón se había acelerado tanto? Mire al frente y el cuaderno en el que Ángela había estado escribiendo llamo mi atención, no debía verlo... aunque ella lo escribía para dejarlo en la biblioteca cierto?, lo tome y sin estar seguro lo abrí, pero antes de poder leer algo una hoja suelta cayó al suelo, la tome y entonces la respiración se me acelero , era un dibujo, un dibujo mío.

La noche había sido larga, incluso cuando me había quedado solo solamente unas horas, ansiaba que llegara la hora en la que Ángela se despertara para ver su hermosa sonrisa. Cuando por fin escuche las puertas de las habitaciones abrirse me incorpore y me acomode la corbata, entonces Sam entro a la habitación dirigiéndose a la cocina, lo seguí, después llego Dean, observe a ambos como lo hacía todas las mañanas, Dean tomando leche directo del envase, Sam regañándolo y poniendo la cafetera a funcionar, pero esta mañana algo era diferente, Ángela entro a la cocina, con el cabello enmarañado y bostezando, se veía tan tierna que no pude evitar sonreír.

-Hoy comenzamos tu entrenamiento- Dijo Dean mientras metía a su boca un enorme pedazo de dona y apuntaba a Ángela, esta lo miro confundida-

-De que estas hablando Dean- le pregunte con un mal presentimiento-

-Ella necesita aprender a defenderse, no vamos a estar cuidándole la espalda todo el día- Me negué una y otra vez-

-No la vas a tratar como costal de box- Dean puso los ojos en blanco-

-Cas, es más poderosa que tú, si aprende a manejar bien sus dones no voy a necesitar de tratarla tan mal- Ángela me miro con miedo en sus ojos y me enfurecí-

-No la vas a tocar- dije poniendo un ultimátum a la plática, no dejaría que Dean la tratara mal, Chuck me había dado el trabajo de cuidarla, me había dado el trabajo de ángel de la guarda, aunque debo confesar que ahora mismo desobedecería las ordenes de mi padre si de proteger a esa hermosa mujer se tratase-

-Bien, pero cuando un demonio la agarre desprevenida y no estemos con ella vas a desear que la haya enseñado a defenderse- dijo también molesto y poniéndose de pie pero no pudo caminar más allá-

-A qué hora empezamos?- La mirada de Ángela era fría y se mantenía puesta sobre Dean quien permanecía inmóvil, una sonrisa se dibujó en el rostro de Dean y luego me miro triunfante-.

Destino (Castiel y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora