Reveses de la vida

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No olvides cuidarla,

Por si mañana en vez de tocarla, 

Te toca imaginarla.

—Gabriel García Márquez


*

*In my veins - Andrew Belle

*

San Salvador, 29 de septiembre de 2017

«Yo quería un vestido como de princesas, no esté», se decía a sí misma Margarita. Y mientras se reñía dicha elección, la voz de su madre la sacó de su introspección. Fue cuando recordó que por ella, esta había terminado siendo su lección.

Tomó una larga respiración y observó el gigantesco espejo que yacía frente a ella. Sus ojos vagaron por la silueta que se reflejaba y detalló a conciencia el nítido y limpio blancor del vestido, en como el encaje se ceñía a su figura. Y en cómo, a pesar de lo hermoso del vestido y que en verdad no le lucía mal, a ella no le terminaba de gustar.

«Será la boda del año, debes lucir perfecta», fue lo que le dijo su madre con tal de persuadirla de escoger este y no otro vestido de novia. Y no es que Margarita tuviera prohibido dar su opinión, escoger que vestir o no, simplemente a ella se le daba mejor complacer a los otros, o es lo que ella siempre se decía.

No obstante, otra historia sería si solo el vestido —y su madre—, fuese el problema, pero estaba ese otro asunto: su prometido y a quien ella creía amar. O bueno, ¿con esto también se mentía? Porque si era así, qué triste iba a ser entonces casarse sin amor.

Sin embargo, una cosa sí era cierta: ella no tenía queja de su prometido. Él la complacía y procuraba en todo. Siempre le había demostrado ser muy caballeroso y honesto, tan fiel y respetuoso, a veces más de lo que a ella le hubiese gustado. Aunque, se debía de confesar algo, a Maggie le preocupaba el hecho de que relación era tan..., conservadora. «Aburrida», diría su mejor amiga y quién, además, solía profesarle el alarmante futuro de su matrimonio:

—No tienen esa chispa o esa atracción que hará que no quieran separarse el uno de la otra durante todo su matrimonio o al menos la noche de bodas. —A Maggie le avergonzaba mucho reparar en el hecho de que ellos dos..., pues mucha intimidad no tenían—. Él te terminará engañando o vos lo dejarás por cualquier otro tipo que sí llame tu atención o que logre excitarte lo que Matías jamás conseguirá. —Y en momentos como este, mientras escuchaba las habladurías de su madre, se cuestionaba si quizá debió prestarle más atención a los consejos de Melissa.

No obstante, ya era demasiado tarde.

Porque por mucho que ella algunas veces —más veces de las que alguna vez le confesaría a alguien—, quiso dar fin a esa ambigua relación, su madre no se lo permitió. Y es que no en balde la habían criado bajo el yugo y la sumisión, sus padres sabían que de lo contrario, sus planes jamás se cumplirían. Y como siempre había pasado en la vida de Maggie; ella solo tuvo que aceptar su papel en aquel teatro y esperar a que el telón diera inicio a la que sería, sin lugar a dudas, la más triste función.

Amores para recordar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora