~Prólogo~

302 36 5
                                    

Allan POV's

—————

—¡Me niego! —grito enfurecido mientras mis alas se abren por motivo de mi enfado—, no seré un mero canguro de una humana.

—Te lo advertí Allan, si seguías con tu conducta rebelde tendrías un severo castigo —responde Dios, y por su tono sé que él también está enfadado.

—Pero...

—No hay peros que valgan, deberás integrarte en el mundo de los vivos como uno más, y procurar que esa chica esté a salvo.

—Pero, ¿a salvo de que? Si apenas está acabando el instituto —río.

Dios frunce el ceño y deja escapar un leve gruñido. —Esa chica tiene grandes planes para nuestra historia, el destino la ha elegido a ella.

—Y no me vas a decir para que, ¿cierto? —pregunto y me cruzo de brazos, mis alas blancas que antes estaban alzadas, ahora vuelven a reposar sobre mis hombros desnudos.

Niega con la cabeza. —Pero más te vale que esté a salvo en todo momento. Hay "otro" que también la quiere.

—¿Quién? ¿De verdad es necesario tanto misterio? —empiezo a notar como la sangre me hierve.

—Todo a su tiempo Allan, poco a poco irás descubriendo el plan que tiene el destino para ambos.

—¿Ambos? No me dijiste que esto también tenía que ver conmigo —exclamo.

—Ahora vete, y ten mucho cuidado.

Suelto un bufido antes de darme la vuelta y empezar a caminar hacia la salida.

—Allan —me giro hacia su voz nuevamente—, antes de que te vayas una cosa más.

Estira el brazo y me señala, mientras justo al hacerlo noto un cosquilleo en mi espalda, y posterior a eso un leve pinchazo que hace que se me escape un grito; cierro los ojos y aprieto los dientes para amenizar el dolor, y justo cuando los abro me doy cuenta de que mis preciosas alas blancas e impolutas ya no están colocadas sobre mis hombros.

—¿Pero? —exclamo—, mis alas si que no ¡me niego!

—Tienes que pasar desapercibido Allan, además, ya no las vas a necesitar, al menos no por ahora. Ahora parte, y mucha suerte.

—Espero que esto merezca la pena. —susurro y me giro abandonando el lugar.

Corro lo más rápido que puedo hasta el final del Cielo, y cuando llego al límite salto hacia el vacío, me apoyo mis piernas en mi pecho y me las agarro con mis brazos, poniéndome en posición fetal. Llegó la hora de conocer a esa humana que ha formado este revuelo, y sobretodo, por la que voy a hacer de canguro.

Esto empieza ahora.

Angel de la GuardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora