Tambores de guerra

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Amanece el día, un día que empieza peor de lo que podía empezar, un amanecer más oscuro de lo normal, ha estado toda la noche lloviendo y Marcos desde la cama, ha podido escuchar el ruido que hace la lluvia al golpear con la persiana. Marcos se levanta de un salto y se despereza de tal forma, que su espalda coge tal curva que parece romperse, se dirige al cuarto de baño y allí, frente al espejo, gira la manivela del grifo hacia la izquierda dejando que el agua fría empiece a fluir. Marcos armándose de valor cuenta, “Una, dos y tres” coge una gran bocanada de aire y se agacha formando un ángulo recto aguantando la respiración y mojándose la cara, para así quitarse las legañas de sus preciosos ojos. Vuelve al cuarto, allí abre el armario y parado frente a él durante cinco minutos piensa que ponerse, hasta que finalmente reacciona y saca de dicho armario unos pantalones pitillos y una camiseta blanca con estampados de color azul, soltando esa frase que dice “Ahí que ir guapo al instituto”.
Sale de su cuarto con la maleta ya en la espalda, pero por poco tiempo, porque la suelta sobre el sofá y se mete en la cocina. Empieza a despellejar varias piezas de fruta para hacer algo parecido a un zumo tutifruti, nada mejor para empezar un día nuevo, cuando termina de colar el zumo se pone a prepararse unas tostadas sobre un tostador blanco con rendijas de metales para posar las rebanadas de pan. Finalmente, termina de preparar su desayuno y se pone a desayunar como una moto, para salir pronto para el instituto. Dos bocados antes de terminar la tostada, suenan ruidos en la parte superior de la casa “seguramente sea mamá, que se ha despertado” dice Marcos. Termina de desayunar y vuelve al salón para coger la mochila, se la cuela por las dos asas y va hacía la puerta cuando de repente, por la escalera baja Marta, a la cual solo se le ve solamente la cara porque va tapada con el albornoz hasta la cabeza, se queda mirando a Marcos y le dice:
-Buenos días, Marcos.
Marcos no responde, tan solo la mira a la cara y asiente en un gesto de igualmente. Sale y cierra.
***
Marcos decide cruzar la calle y pasar por al lado de la casa del vecino a ver si escucha algo, porque no le gustó el gesto que le hizo el día anterior. Pero no, tan solo oye el silencio que corrompe en esa hora toda la calle y decide seguir hacia el instituto para no llegar tarde.
Llega al instituto y allí, como cada día, les espera sus amigos. Antonio, un chico alto, moreno y con un cuerpo muy atlético y Álvaro, todo lo contrario a Antonio. Amigos a los cuales conoce desde bien pequeños- para ser justos desde preescolar-
-Hola chicos, ¿cómo estáis?
-Pues bien… aquí tirando.- Responde Antonio.
-¿Y tú Álvaro cómo estás?
-Pues bien, deseando que sea viernes para acabar ya esta semana.
-Eh… estamos a lunes Varo, así que te queda una semanita larga.- Mirando el reloj- Eh… vamos para adentro ¿no? Chicos a ver si vamos a llegar tarde.
-¿Qué hora es?- Preguntan Antonio y Álvaro al unísono.
-Pues son las ocho y diez.
Al final deciden tomar por bueno lo que ha dicho Marcos y en línea caminan hacia el edificio viejo que se levanta a pocos metros de ellos. Cuando están cerca, de una de las clases de la planta de arriba se asoma una chica.
-¡Hola, chicos!
Estas palabras hacen que los tres como pasmarotes mirasen hacia arriba. Marcos frunce el seño y entorna los ojos para averiguar quién es.
Se dice así mismo Marcos-Pelo… largo lo cual es una chica, morena… esa sonrisa… ¡SOFÍA!
Tras su subconsciente nombrar ese nombre a Marcos se le empiezan a aflojar todos los músculos del cuerpo, soltar esa sonrisa que según él era patética, levantar una mano y decir.
-Hola, Sofía.
Ambos amigos se miran entre sí y luego miran a Marcos y le dicen:
-Marcos, toma anda un papel.
-¿Para qué quiero yo un papel?
-Para limpiarte la baba que se te cae
-¿A mí? ¿Por quién? ¿Por Sofía? Tss...
-Tss… no que ya lo sabe toda la clase y medio instituto de que te gusta Sofía
Y con una sonrisa que quiere decir “lleváis razón” suelta- ¡Que no, joder!
Entran en el edificio y ven a la profesora que tienen a primera hora, entonces se miran entre ellos con una mirada de “Ya no llegamos tarde” llegan a su clase justo al mismo tiempo que la maestra y justamente al cerrar la puerta suena el timbre. Tras entrar en clase la maestra dice:
-Venga chicos sentarse y silencio que vamos a empezar.
La primera hora se fue volando, en el intercambio toca salir al pasillo, Marcos como todos sus compañeros sale a la puerta de la clase y observando se da cuenta de que Sofía no ha salido, así que vuelve a asomarse a la clase y la ve allí en su sitio leyendo. Se acerca y le pregunta.
-¿Te gusta leer?
-Sí, porque
-Na, por nada.
Él se queda fijamente mirándola y pensando para sí mismo “Yo te escribiría todo lo que tú me pidieras” pero de su boca no sale ni mu.
Aparece la maestra de Filosofía y como la hora anterior, a marcos se le hace corta. Pero a tercera viene ingles, una de las clases menos amenas para Marcos, decide arrancar una hoja de su cuaderno y escribir:

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⏰ Última actualización: Jan 31, 2017 ⏰

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