Capítulo 1.

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En algún momento determinado, en el que me siento el joven más tierno y comprensivo del mundo, que cabe destacar que sucede cada muerte de obispo o simplemente cuando me siento de buen humor, llego a pensar que los estereotipos que creo de Mounstrito son herroneos. Pero en este momento no ocurre precisamente esto, así que no pienso hacer de niñera, además de que eso no va con mi estilo.

Jamás le demostré amor, cariño, ni ninguna de esas mierdas, aún así cuando se supone que un tío-padrino debería poseer estas cualidades, me da lo mismo, siempre me dió lo mismo, y creo que Max se ha dado cuenta de ello, porque tampoco intenta cautivarme con sus estúpidos encantos de bebé.

Su mamá murió después del parto. Max no vió su rostro, aunque no creo que hubiera podido recordarlo. No tomó la lactancia materna que es tan fundamental, por lo cuál, Miles, su padre y mi hermano, requirió a la lactancia artificial, que hasta lo que estoy informado no es buena para un bebé recién nacido, o al menos, no lo fortalece tanto como debería hacerlo. Miles tuvo sus recaídas tras la muerte de Ámbar, es algo obvio, llevaban unos cuantos años juntos y se amaban mutuamente, por lo cuál tuve que acudir yo, Nick Rice, un chico sensualmente guapo, conquistador.. o más bien conocido como imán de chicas. En fin, terminando con el auto-alago, como dije antes, tuve que relacionarme con Mounstrito un par de horas, justamente el día que Susan, mamá de Ámbar, no pudo cuidarlo.

Esas horas fueron un infierno.

Qué va, un infiernote.

Si es que existe esa palabra. No estoy seguro. Lo dudo, pero encaja perfectamente con lo que es Max en sí.

Y justamente, en este preciso instante, ocurría lo mismo. Estaba jodido, con ojeras hasta las rodillas y los ojos como fuegos.. la pesadilla había comenzado, otra vez.

-Definitivamente no.- Exclamé, mirándolo como si fuese un loco maniático.-¿Acaso piensas en lo que dices?- Miró hacia el techo, mientras mordía su labio inferior, desesperado.- No sabes lo que dices.- Afirmé.

-Nick, tengo que hacer ese viaje, sabes lo estricto que es Patrick.- Llevó sus manos a la cabeza.- Me despedirá, eso también lo sabes.- Posó sus ojos azules en los míos y soltó una risa seca.- Y si me despiden, estamos jodidos, eso también lo sabes, ¿Verdad?- Su tono era cada vez más molesto.

Miles siempre ha sido todo lo contrario a mí, somos como el color blanco y negro, no tenemos mínima similitud en cuanto a las personalidades, porque si hablamos del físico, tranquilamente podríamos decir que somos mellizos, contando el mero hecho de que tan sólo nos llevamos dos años.

A lo que iba. Para hacerlo más sencillo; Imagínense que hay dos ramas, y que van para direcciones opuestas, una de ellas se llama responsable, a la otra le pondremos vaga. Cuando la planta nació, las ramas tomaron caminos diferentes a pesar de ser del mismo tallo, entonces, una hoja nació en la punta de la rama responsable, llamada Miles.. mientras tanto, en la otra rama, trataba de formarse con pereza, una hoja llamada Nick.

Tal vez lo hice más complicado de lo que era.

Da igual.

No me juzguen, estoy dormido.

-Lo puede cuidar mamá.- Repuse.- O puede ser que consigamos una niñera.- Pensé esto último con mucho detenimiento, esa idea no me desagrada.- Oye, eso no está nada mal, ¿Qué tal una niñera?- Mi voz salió en tono de desesperación y, a la vez, de súplica.

Me dió la espalda, quedando en dirección donde se encontraba Max, comiendo un puré de manzana, o más bien esparciéndolo por toda la maldita cocina. Mientras tanto Dobby, nuestro pequeño perro negro, hacía de barredora, ya que el puré que caía al suelo, él lo lamía feliz de la vida.

Nick RiceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora