Verdad...?

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Se conocieron hace mucho tiempo, por ese juego, por esa variante de Verdad o reto. Él propuso ese juego, quería conocer más a esa chica menuda y callada, aunque alegre e indiscutiblemente infantil que había llegado esa noche acompañando a su amigo.

Ella había escapado de casa, sólo por esa noche, para olvidar todo por unas horas, sin saber que encontraría, buscando ese sentimiento que se asentaba en su estómago cuando sonreía de verdad, sin importar las circunstancias, o la gente que la rodeara.
Se juntaron, un pequeño equipo que se empezaba a conocer.

Rieron y gritaron a partes iguales, molestando a algunos chicos de ese círculo
Se separaron de su grupo, escondiéndose de sus amigos, ella se sentía a gusto con el, pero había algo en lo profundo de su mente que no la dejaba en paz.

Se besaron, él la llevó al límite, uniéndose por un momento, y sin saberlo, el malestar de ella se intensificó. Sabía que no era correcto, que él no encajaba en ella, en su vida, era muy rápido, pero intuyó que el necesitaba apoyo, cariño, así fuera por solo una noche. Calló, manteniendo una sonrisa en su rostro, ignorando las mariposas en su estómago y el sentimiento de dolor que sentía.

Se dijeron sus secretos, ella desveló sus recuerdos, y él contó su historia, pero a las primeras luces del alba, todo desapareció en una voluta de humo amargo.

Él salió, compartiendo con ella la esperanza de volver a verse en mejores términos. Él tenía una historia, un pasado difícil y problemas a futuro.

Ella pensó mucho, mientras él se alejaba mirando hacia atrás a cada segundo.

Ella entendió, que eso no valía la pena, que no encajaban juntos y nunca lo harían mientras ella fuera así, eran formas de ser muy opuestas, demasiado para poder coincidir, inclusivo si tuvieran puntos comunes, que ella debía cambiar, liberarse, ser ella misma y no una marioneta de lo que otros anhelaban.

Lo dejó ir, aunque él volvió. Le prometió mucho, ella no quiso aceptar ninguna promesa, lo trató de alejar lo más posible, pero volvía, un yo-yo que era cada vez más doloroso para ella, y más que posiblemente, para él también. Las cosas seguían así para ambos, ninguno cedía, su tozudez era demasiada.

Eran el Sol y la Luna, demasiado diferentes para estar juntos, y un complemento casi perfecto, tanto que llegaba a ser imposible.

Él prometió quererla, casi tantas veces como ella prometió que eso era una mentira que se desvanecería en el viento. Ambos trataron de hacer al otro cambiar de opinión, pero ninguno lo lograba.

Así siguieron, por un tiempo, todo el tiempo en el que se ha contado esta historia, tanto tiempo, que la realidad fue olvidada.

Algunos dicen que ella se rindió ante él, que cambió todo lo que era, que él le enseñó que las cosas podían ser para siempre. Que ella aprendió a quererle cada vez más, queriéndose a sí misma, y dejando atrás todas y cada una de las heridas que el tiempo y los recuerdos habían creado, olvidando los insultos y dejando que el Sol brillara en ella.

Otros, más pesimistas, dicen que se rindió, que dejó de esperarla, que encontró a una chica que lo quiso como se merecía. Que aceptó su amor, dándole vida, alegrando sus días y sus noches, porque eran similares sin ser idénticos, y así estaban bien.

Pero la verdad será contada en otro momento, porque no es como lo imaginan....

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