8. Convenio

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El reloj de escritorio ya marcaba las doce de la madrugada. En esos días, la noche se mostraba ante todos con una bellísima y mediana luna azulada. Las parejas de enamorados subían en ocasiones hasta la colina de aquellas islas para poder sentarse y ver, hombro a hombro, el inacabable y fugaz espectáculo palpitante.

Nuestra querida protagonista, en cambio, prefería sentarse en su banquillo alrededor de la luz y calidez de la fogata de la chimenea, para poder terminar el estribillo de su canción que había comenzado una vez subió al autobús de gira, sosteniendo delicadamente su lápiz para escribir en el lienzo (que de hecho, tenía que presentar este el día de mañana).

Afortunadamente, de algo le sirvió reencontrarse con la tal persona, sintiéndose atraída para luego dejarse llevar y comenzar a sentir como su mente se llenaba de inspiración. Se entusiasmaría con la sencilla idea de pensar que cantaría con el pelirrubio, doblándose como un amoroso interés para el joven adolescente.

Como ella nunca estaba con mucho humor para imaginar estas cosas cuando era de día, ella siempre se destinaba a cerrar sus canciones con broche de oro por las noches, que por ende le daba una suerte de aspecto muy creativo y trabajado, a pesar de que a causa de ello, la mayoría de las veces se levantaba algo tarde.

Eran horas en que normalmente la gran mayoría de personas ya querían irse a descansar, y la pelimorada no era la excepción a ese hecho. La chica que se encontraba trabajando en la mesilla, de ojos claros y bufanda rosa, recién terminaba su más reciente obra de arte. De pronto, levantó su mirada, y abrió los ojos como platos, mientras sus pupilas se tornaban cada vez un poco más pequeñas al ver que le había dedicado cierto tiempo, aunque haya valido la pena hasta la última nota musical.

El día de mañana, para el faro de la isla, se vería concurrido de cientos de seguidores y desde los más jóvenes hasta los más viejos melómanos, asistiendo al evento donde se les obsequiará una fiesta de la más pura música de todos los tipos, sumergiéndolos en esta elegancia de quienes muchas personas han escuchado y se emocionan con tan solo pensar de lo que conocerán esa tarde.

Bostezó mientras estiraba sus brazos en su cama, recostándose y permaneciendo en silencio, hasta que durmió profundamente.

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⏰ Última actualización: Feb 02, 2017 ⏰

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La tonada más dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora