Encuentro mi destino...y a un chico que vuela.

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El viaje hasta el monte Tamalpis era largo, así que por más que luché contra el cansancio quede dormida. Desperté recargada en Matthew que también estaba dormido, el aspecto de mi amigo era terrible, tenía sangre seca en la cara y los brazos magullados y ensangrentados, por lo que pude notar su tobillo derecho estaba muy inflamado. Quise tener mi mochila y poder curarlo. La parte trasera de la camioneta era pequeña e incómoda, y estábamos entre un montón de cajas, al revisar su contenido rodeé los ojos, eran muchas playeras del ejército de Cronos (como la que yo tuve cuando estuve en el barco de Luke) de tamaño gigantesco, literalmente. Pude ver por el cristal que separaba la parte de delante de la de atrás a dos dracaenaes conduciendo, ni idea de cómo lo hacían considerando sus dos piernas de serpiente, me pregunté dónde estaría el resto. La camioneta dio un tumbo y caí hacía tras, el cuerpo de Matthew rebotó y provocó que se golpeara la cabeza despertándolo, observó alrededor desorientado. Intentó pararse pero por la expresión en su rostro supe que su pierna le dolía demasiado como para hacerlo.

-¿Estas bien?-pregunté.

-Caí por una montaña al menos 15 metros-con el tono de su voz me dio a entender que era más que obvio que no se encontraba en las mejores condiciones-¿cuánto crees que falte para llegar?

-No sé-observe por la ventana, pasábamos por un puente que cualquiera reconocería, el puente Golden Gate. Matthew se asomó también, y me dio una larga mirada cuando reconoció donde estábamos, pero no me dijo nada.

Empezaba a notar porque los griegos con toda su inteligencia no inventaron los autos, todos conducíamos como locos. Y las dracaenaes no eran la excepción, después de pasar el tráfico del puente los coches se volvieron un borrón a nuestro alrededor.

-Ahora ¿Cuál es el plan?-me pregunto cuando volvimos a sentarnos.

Eche un vistazo a donde estaban las dracaenae antes de contestar, parecía que no nos escuchaban-Escaparnos obviamente, y encontrar el río Tiber, el problema es que no sé cómo.

Usualmente para detener a Cronos tenemos un plan, aunque sea una idea. Pero ahora me encontraba secuestrada por dos de sus dracaenaes, directo a su fortaleza supongo, Matthew estaba lastimado, y no tenía idea de donde se encontraba el río que buscaba. Estaba más que pérdida en esta misión. Si tan solo hubiera una pista para saber dónde se encontraba lo que estaba buscando.

El coche frenó con un chirrido. Escuché a las dracaenaes bajar y antes de que pudiéramos asomarnos por la ventana de nuevo, abrieron la parte trasera del coche y nos bajaron. Ahora las acompañaban unos lestrigones con grandes porras, ya sabes por si queríamos escapar o se aburrían, en ambos casos nos golpearían con ellas. Estabamos en el Monte Tamalpis, pero no era solo la montaña, ahí donde en los fotos normalmente ves una montaña simple y sin nada, había un gran castillo negro. Era imponente, daba escalofríos verlo. Me crucé de brazos, hacía mucho frío y había neblina alrededor. Nos guiaron dentro del castillo, eran altas paredes con la típica estructura: altos pilares y arcos, pero en vez de percibir la naturaleza arquitectónica de los griegos. Se sentía algo más antiguo y oscuro. Matthew me dirigió una mirada nerviosa.

Nos llevaron hasta el centro del lugar, donde había una gran sala y un trono enorme, la estructura más grande que haya visto en mi vida del tamaño perfecto para un titán, en la sala había grandes ventanas con cortinas, por la ventana se podía ver casi todo San Francisco. Me sentí como una hormiguita. Detrás del trono había una puerta de hierro negra como el resto del lugar, pasamos por ella, bajamos por una escalera de piedra. Supe que nos llevaban al calabozo porque el ambiente era cerrado como si no llegara mucho aire. Traté de memorizar todas las vueltas que dimos, estábamos muchos metros bajo tierra. Llegamos a, como ya lo suponía, unos calabozos. Casi todos vacíos, supongo que les gustaba matar a sus enemigos en vez de encarcelarlos, nos metieron (más bien nos empujaron contra el suelo) a una celda en el centro, con un chico y una chica adentro.

La última hija de Artemisa- Lealtad o traición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora