Capítulo 6: ¿Te quieres casar conmigo?

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*16 años*

-Vamos, _____. No hagas esto -me decía mi madre, intentando controlarse, pero podía percibir en su voz que estaba totalmente desesperada tanto por la escena que estaba montando como por la vergüenza que esto le causaba.

- ¡No, no me moveré de aquí! -le grité.

Estaba abrazada a un árbol, mi padre y Joel habían intentado soltarme de allí, pero no lo lograron. Me aferré con más fuerza y no me moví ni un centímetro. Agarraron mis pies y tiraron de mí, pero tampoco aflojé el agarre.

- ¡Sólo es una escuela de verano, ______! -me gritó Joel. No lo quise escuchar, si lo hacía me pondría nerviosa y los brazos me flaquearían.

- ¡Cállate, esto es tu culpa! -exclamé.

Algunas personas se nos quedaban mirando, nos encontrábamos a la entrada de la escuela de verano para niños matemáticos en medio del bosque. Había reprobado matemáticas y si lo volvía a hacer el próximo semestre, repetiría el año nuevamente. Así que mi maestra conversó con mis padres y acordaron que asistiría todo mi verano aquí para reforzar. Para mis padres y la escuela fue la solución perfecta a mi falta de voluntad con los números, para mí significaba una tortura. Podría terminar agonizando si pasaba una semana allí. Estaba segura.

- ¡¿Mi culpa?! ¿Qué tengo que ver yo? -me preguntó Joel, tirando de mis pies. Alice se había unido a ayudarlos y ahora se me hacía más difícil mantener mis brazos junto al árbol.

- ¡Eres más listo, me haces parecer una tonta! -le dije. Lo decía de broma, me importaba en absoluto parecer una tonta o una chica lista, sólo quería que me soltaran. Pero Joel pareció pensarlo y me soltó. Se fue al lado de mi madre con el rostro serio y me miró con tristeza.

Me había creído. Era muy débil a la hora de detectar mentiras.

-______, vamos. No es tan malo como piensas, harás amigos nuevos y hasta puede que te diviertas -me dijo Alice. No era tan malo si lo ponía así, lo que sucedía era que yo no quería más amigos, con los que tenía me bastaba. Y los números jamás serían divertidos.

- ¡No me soltaré, tendrán que amputarme los brazos si quieren que entre!

-Traeré la sierra -escuché que decía Lauren.

- ¡Puedes encontrar novio allá, _____! -me gritó Ally. La pequeña Ally ya tenía doce años y en lo único que pensaba era en chicos, aun así me pareció graciosa su manera de convencerme.

- ¿Tienen problemas? -dijo alguien. Moví la cabeza un poco y vi que era un hombre vestido de militar, era mayor y en su pecho tenía insignias y medallas. A su lado iba un chico.

Joel se le quedó mirando con mala cara, como Nana cuando se acercaba a Snow, el gato de Ally.

-Es mi hija, no quiere entrar -le explicó mi madre. El hombre sonrió y me dedicó una mirada rápida. Me dio miedo.

- ¿Reprobada, cierto?

Mi madre asintió y el hombre miró al chico.

-Mi hijo también está aquí contra su voluntad, pero los chicos de hoy en día necesitan disciplina -y dicho eso le preguntó a mi madre si necesitaba ayuda para disciplinarme, ella asintió y supe lo que pasaría.

El hombre se acercó hasta donde mi padre y Alice forcejeaban, ellos me soltaron, el hombre me agarró de un pie y tiró de mí. Ni aunque tuviera músculos habría seguido abrazada al árbol, caí al suelo sobre el húmedo césped y me ensucié la ropa.

Joel corrió a ayudarme. Debía admitir que desde el incidente de Sparks -que en paz descanse-, se había vuelto más atento. Seguíamos peleándonos como perros y gatos, pero después se disculpaba y me regalaba galletas o un pastel de manzanas que robaba de la cocina.

Casate Conmigo - Joel Pimentel Y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora