Parte 1

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En el reino de Rusia se encontraban reunidos la familia principal. El rey se encontraba en compañía de su esposo y el primer hijo de ambos. Se encontraban a la espera de los reyes de Kazajistán. Rusia y Kazajistán nunca se llevaron bien. Especialmente desde la revolución de este último, el cual no quería seguir cumpliendo las órdenes del reino ruso.

La revolución duro mucho más tiempo de lo esperado. Ninguno de los bandos estaba dispuesto a doblegar. Pero como todo siempre llega a su fin, la guerra a cabo gracias a un tratado que se firmó por ambas partes, logrando así una unión beneficiosa para ambos países.

Después de aquel tratado la relación de ambos países fue mejorando. Los reyes terminaron llevándose mejor de lo esperado.

—Alteza. Los reyes de Kazajistán han llegado—declaro uno de los tantos betas que servía en aquel castillo.

—Bien. Hacedlos pasar—ordeno el rey de Rusia. Al lado de este se encontraba un omega de rasgos tiernos y unos ojos color chocolate, los cuales podrían pasar como comunes pero no, en ellos podrías ver reflejado la paz y tranquilidad de aquel muchachito. El cual cabe mencionar que se encontraba cuidando al primogénito de ambos. Un lindo niño de cabellos rubios y ojos color aguamarina.

Después de que el beta se retirara de la habitación. Pasaron unos segundos y este volvió a aparecer pero esta vez acompañados de los reyes del país vecino.

—Rey Víctor— realizo una reverencia el alfa kazajo, la cual fue respondida de la misma forma por el ruso.

—Rey Serik. Me alegra mucho que se encuentre en nuestro reino.

Después que los reyes se saludaran mutuamente al igual que sus parejas perspectivas, decidieron presentar a sus primogénitos, los cuales simplemente oían como sus padres hablaban con orgullo de sus hazañas y logros después de la guerra que los había unido en una alianza.

—Yuri— el pequeño de tan solo 10 años volteo en dirección de su madre.

— ¿Qué pasa mamá?

—No te gustaría llevar a Otabek a jugar en tu habitación...

—Un-m. Bueno creo que no me molestaría siempre y cuando no toque mis cosas.

—Yuri, que te dije acerca de compartir.

—Si mamá—respondió e inmediatamente fijo su mirada en la del menor de los Kazajos. — Ven conmigo, los viejos no nos quieren aquí.

— ¡Yurio!— le reprocho la madre de este.

El rubio para tratar de huir de ahí sin ningún reclamo de por medio. Tomo la mano del kazajo y se apresuró de salir de aquella sala. Otabek no opuso resistencia alguna ya que tampoco deseaba quedarse todo el día al lado de sus padres.

—Oye Yuri. ¿A dónde se supone que vamos?

— ¿Acaso no escuchaste a mi madre? Nos dirigimos a mi habitación. Tengo algunos juguetes con los que podríamos jugar.

Otabek no dijo nada más y opto por seguir a Yuri a su habitación. Una vez llegaron a la alcoba, el ruso se adentró primero seguido del kazajo el cual se inmuto al ver el tamaño de aquella habitación.

— ¿Enserio esto es tuyo?

— ¿Qué sorprendido?— dijo de modo arrogante mientras seguía con la búsqueda de sus preciados juguetes.

—Es de mala educación responder una pregunta con otra.

—Oh. Lo siento no lo sabía. Pues si es mi alcoba.

Y de nuevo cayeron en el silencio. No era uno incomodo, claro que no, aun eran muy niños para diferenciar esas cosas.

—Oye Beka.

— ¿Beka?— pregunto sorprendido el kazajo.

—Que no me mires así. Otabek es demasiado largo, además se supone que vamos a ser amigos de ahora en adelante así que no le ve el problema.

—Entiendo...—se quedó callado por tercera vez. No era muy bueno para relacionarse con la gente eso lo tenía más que claro.

—Ahora tú me tienes que poner uno.

—Oh. Bueno que te parece... ¿Yura?

—Si. Me gusta ese. Entonces de ahora en adelante yo será para ti Yura y tú para mi Beka— respondio, mientras salía del armario con dos espadas de maderas en la mano. — ¿Qué te parece si jugamos a los caballeros?

—De acuerdo.

Después que los niños salieran de la habitación, fueron al jardín principal donde casi toda la tarde se la pasaron peleando con aquellas espadas de maderas. Ese día no faltaron las risas de ambos niños, las cuales los padres escuchaban desde el gran salón. Los mayores no pudieron estar más que complacidos al ver esa escena después de todo, su plan estaba funcionando mejor de lo que esperaron, ahora solo faltaba esperar algunos años más y por fin podrían terminar la condición que impusieron los anteriores reyes.

"Los primogénito de cada príncipe de los dos reinos contraerán matrimonio. Y eso dará por finalizada esta guerra".

El destino de ambos cachorros ya estaba escrito, pero...


Pero no siempre se puede controlar al destino...  ¿No?



~Mine~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora