~Mine~

Parte 3

—Hermano. ¿Ya estás listo?-pregunto una pequeña omega adentrándose a la habitación.

—Claro que lo estoy Anya. Eh sido preparado toda mi vida para este momento, estoy más que listo.

— ¿Aún lo ves como una responsabilidad no? Si no quieres casarte puedes hablar con nuestros padres ellos seguro entenderán...

—Las cosas no son tan fáciles para mí. Aunque yo no quiera ser despojado, no se puede evitar. El tratado ya fue hecho solo falta cumplirlo.

—Pero hermano ¿A cazo tu no quieres al príncipe Yuri? ¿No eran amigos?

—Eso un tema complicado para tú edad. Deje de ser amigo de Yuri después que surgieran algunos problemas. Y con lo que si lo quiero... No estoy tan seguro de aquello. Pero ya te lo dije no tengo opción.

— ¿Qué fue lo que hizo Yuri? ¿Hizo algo malo?

El omega suspiro. —Fueron demasiadas cosas y algunas incluso no tienen perdón— se acercó a su hermana y le revolvió los cabellos. —Sera mejor que bajes y vallas donde mis padres que han de estar buscándote.

—Si. Pero antes...- la menor se abalanzo a su hermano y lo abrazo— Te quiero Otabek.

—Yo también te quiero.

Cuando su hermana ya había abandonado la habitación, se vio en vuelto en la soledad que seguramente deberá acostumbrarse. Iba extrañar a su familia y a todo el reino de Kazajistán, Rusia no era lo mismo que ahí pero deberá acostumbrarse después de todo pasaría el resto de su vida en ese lugar.
Aunque eso era lo de menos. Lo que en verdad le molestaba era el hecho que debía contraer matrimonio con Yuri Nikoforov. Por qué a pesar de que conocía a Yuri desde hace tiempo, este había cambiado con el pasar de los años y ahora mismo no estaba tan seguro de conocerlo realmente. El alfa se había vuelto una persona déspota y despreciable. No se parece en nada al Yuri que decía ser su amigo. Y lo que más lo delataba era su olor. Este se había vuelto complemente desagradable y estaba seguro de la razón de aquello.

El omega se dio cuenta que era inútil pensar sobre ese asunto. Era mejor que se alistase ya que dentro de unas horas vendrán las carrozas del reino de Rusia a recogerlo y debe estar listo para emprender su viaje.

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Cuando llego a Rusia el frió fue el primero en recibirlo.

Mientras se dirigían al palacio. Pudo ver que aquel reino había cambiado mucho en estos últimos años. Ya no era la Rusia antigua que tanto conocía.

En el camino pudo observar como algunos campesinos laboraban en sus tierras. Mientras que otros dedicaban a observar la carroza real.

Tardaron algunas horas en llegar, pero cuando se encontraron al frente de las puertas del palacio, están fueron abiertas permitiendo su ingreso.

El omega se encontraba dormido. El viaje había sido muy agotador para él. Pero de repente la paz en donde se encontraba el kazajo fue interrumpida por el sonido de unos golpes a la puerta de la carrocería.

—Príncipe Otabek hemos llegado a nuestro destinó. Por favor salga para que sea escoltado al gran salón donde los reyes y su prometido lo esperan.

—Ah. Si ahora...— Se levantó dispuesto a salir pero no pudo hacerlo cuando de repente un fuerte olor lo azotó, logrando que perdiera la estabilidad de sus piernas y callera. Era la primera vez que olía una fragancia así de intensa y al parecer su cuerpo estaba reaccionando a ella.