IV

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Lunes 12 de diciembre del 2016

Creo que al final, todos ellos tenían razón. Me hacías daño. No lo quería ver, la terquedad me cegaba.

Había deseado tanto poder verte esta vez, después de esperar todo un fin de semana sin ningún rastro tuyo en la bandeja de mensajes. Ya no era como antes.

Pero no esperaba verte así.

Con ella.

Los dos juntos, sonriéndose.

Agarrados de la mano como si todo estuviera bien. 

Tal vez si, estaba bien para ti. Se sentía correcto para ti.

Era un festín de emociones arremolinándose en mi interior en ese momento: indignación, impotencia, decepción, enojo... tristeza

Cruzamos miradas, miraste directo a mis ojos. 

Y yo no aparte la mirada de ti, no quería hacerlo. 

Tenía miedo de hacerlo y perderte para siempre. 

Nuestras miradas conectaron, éramos tu y yo en ese pequeño momento. Sentí todo.

Iba a ser uno de tantos momentos que podríamos haber tenido juntos si tan solo lo hubieras intentado.

Vi confusión y aturdimiento en ti. No quise sostenerlo más, me hacías daño. Ya no podía más. 

Días atrás me hubiese encantado verte como ahora. 

Pero no así. 

No con ella. 

Entonces solo ahí lo supe:

Me había enamorado de ti. Todo, te había ofrecido todo lo que era, mi alma inconscientemente.

Pero no sirvió de nada. 

Ni te inmutaste.

N.

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