Josué caminó rápido y agarró a Daniel por los hombros para poderlo detener. Daniel estaba enojado. De hecho, Josué nunca había visto a Daniel tan enojado como ahora. Josué volteó a ver para atrás por si Noah los seguía, pero él ya no estaba. ¿Se habrá ido? Josué volteó a escuchar a Daniel murmurar algo con lágrimas en los ojos.
—Si hubiese sido más valiente todo esto no estaría pasando, si fuera más valiente ya le habría confesado a Noah lo qué siento por él —Daniel lloraba, se ponía las manos en los ojos para qué no lo viera llorar aunque era inevitable no poderlo ver de esa forma y que no se le quebrantare el corazón a Josué.
Daniel sintió la mano de Josué en su hombro y él empezó a llorar más hundiendo su rostro en el pecho de Josué.
—Soy un maldito cobarde, nunca puedo hacer nada bien —decía entre sollozos. Josué lo abrazó no le importó que la gente se le quedara viendo en la calle y habló.
—No Daniel, al contrario, eres bastante fuerte, la valentía no se mide por las acciones que uno hace, sino por las decisiones que uno tiene que tomar —trató de motivar Josué para que dejara de llorar y lo hizo. Paro de inmediato y lo vio a los ojos.
—¿Te fumaste algo? —preguntó Daniel con los ojos llorosos.
—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —Josué sonríe o hace que sonría con el comentario que hizo Daniel.
—Es que a veces dices cosas que no puedo entender, cosas muy inteligentes que me cuesta saber que significa.
Josué le acarició la cabeza muriéndose por dentro de la ternura. No hay nadie que vaya hablar de forma tan tierna como Daniel y más estando aferrado en su pecho.
—¿Hoy puedes ir a dormir a mi casa?
—No se —preguntó Daniel limpiándose las lágrimas y comenzando a caminar. —tengo que preguntarle a mi madre primero.
—Esta bien, si acepta me mandas un mensaje.
—¿Pero dormirás en tu habitación? La vez anterior dormiste conmigo —decía Daniel sonrojado por la vergüenza.
—No oí que te quejaras—hablaba Josué de una forma coqueta.
—¡Ya! No sigas —decía apenado golpeandole amistosamente en el brazo.
Daniel llegó a su casa después de haberse despedido de Josué. Había llegado más temprano que de costumbre. Los profesores que le tenían que dar las lecciones no llegaron, estaban en una clase de reunión.
Daniel abrió la puerta de su casa y se tiró exhausto al sillón más grande. El día de hoy estuvo bastante cansado, tanto física como mental. El golpe que le había dado Antonio en la nariz le siguió doliendo todo el día y hasta ahora le fue quitando.
Se dirigió al baño y se fijó en el espejo. Se veía todo demacrado del cansancio. Tenía la nariz hinchada, los ojos rojos y ojeras.
Luego recordó que lloró al frente de Josué y se golpeó la frente.
—Tonto —se dijo —volviste a llorar al frente de él —Daniel, por más involuntario que sucedan las cosas, no las puede evitar. Hay algo en Josué que sienta esa conformidad en él. Lo hace sentir que con él puede ser quien es realmente y no fingir ser otro como siempre lo hace ante los demás. En Josué siente esa extraña sensación de sentirse comprendido.
Salió del baño y llegó a la cocina, extrañamente tenía hambre. Buscó lo primero que vio, había un emparedado que no se comió en la mañana porque no tenía muchas ganas de comer, lo calentó y se lo comió con ganas.
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Feliz Por Haber Amado.
Teen FictionDaniel es un chico de 17 años con sus típicos problemas de adolescente, pero de su gran lista agrega uno más, su homosexualidad. Noah es el mejor amigo de Daniel, es alto, fuerte y guapo. Un modelo a seguir para cualquier chico en el instituto, per...