Remordimiento y esperanzas de culpa.

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Ángela, Dalila, su madre y yo, salimos de la casa de su abuela. Por un momento pensé que Damian se iría con nosotros, pero al parecer le dijo a la señora Rivera que se iría antes, pues vive aún más lejos de lo que creí y para irse toma otro trasporte.
Los cuatro caminamos por el camino polvoriento, con el sol en el crepúsculo.
Llegamos a la parada de autobuses, abordamos uno directo a casa.

Mi madre prepara la cena y mi hermana está perdida en sus caricaturas, creo que debería regalarle un libro algún día.
Después de avisar que llegué, me voy a mi habitación y me pongo ropa cómoda, pantalones de chándal y una camiseta vieja. Mi padre aún no llega, así que cenamos sin él. La costumbre.

Aún no es hora de dormir, o bueno, no para mí. El reloj marca las ocho. 

Las cómodas sábanas de mi cama perdieron su suavidad hace años, no por el paso del tiempo, si no por lo que aquí sucedió. Odio los espacios de tiempo en los que no hago nada. En esos lapsos, vagos recuerdos tan enterrados y la vez tan presentes me invaden.

Nunca olvidaré ese día, él me usó, me engañó, como un imbécil le creí. Nunca lo perdonaré, y peor aún, nunca me perdonaré a mi mismo por permitírselo.
Ahora no soy el mismo, desearía regresar el tiempo, pero las estrellas y el cielo saben que es imposible. Él destrozó partes de mí, entre ellas mi corazón... 

Un corazón que espera por ser reparado, pero me preocupa que los fragmentos sean tan pequeños y algunos no puedan volver a ser encontrados. No quiero pensar en él. Algún día le contaré a alguien sobre el chico que rompió más que me destrozó la vida.

El estrepitoso sonido de mi móvil me saca de mis pensamientos, pero no por mucho, ellos siempre vuelven. Los recuerdos siempre nos persiguen... Y no hay escape.
Es Ángela, pulso la tecla para contestar la llamada.
-¿Si? ¿Que ocurre? -le pregunto.
-Nada, solo quería saber si aún no has hecho la tarea de matemáticas -me dice ella.
-Mierda, lo había olvidado.
-¿En donde tienes la cabeza? Te lo iba a preguntar en la tarde, pero también lo olvidé.
-Claro, y hablas sobre mi cabeza mal puesta -ella tiene razón, raras veces tengo los pies en la tierra. Pero siempre le agradezco a ella que esté ahí para recordarme las cosas.
-Oye, no me culpes. Culpa a mi tarado ex. En serio que sigo sorprendida que esté yendo. Y aunque lo nuestro no fue la cosa más seria, sigue siendo. Pero bueno.
-Si, bueno, me podría imaginar lo extraño que resulta. ¿Entonces vienes mañana a mi casa para que hagamos la tarea? -le digo, desviando el tema.
Mierda, me atrae el ex novio de mi mejor amiga. Así que trataré de evitar el tema sobre él lo más que pueda.
-¡Claro! -me dice ella-. Llegaré en la tarde -y cuelga.

Siempre disfruto de su compañía. Ella siempre me cuenta todo, más que nada los drama de su novio, pero puedo ver a que nivel llega su confianza conmigo.
"¿Por qué no he tenido el valor de contarle mi secreto?" esa es la pregunta que me hago siempre.
A pesar de eso, ella es la persona que me conoce mejor en todo el mundo. Desearía tener a alguien a quien pueda contarle los recuerdos que me atormentan, y sé que esa persona debe ser ella.
Pero aún no, no es el momento para que se lo diga.
Y ahora tengo esta nueva culpa, me gusta su ex novio...
Pero no pienso dejar que eso vaya a más, no cargaré con eso también.
Así que no sé que haré, probablemente evite cruzarme con él, evitar su mirada, evitarlo por completo.
Y por fin puedo dormir. Normalmente mis insomnios suelen ser más largos.

Son las dos menos diez de la tarde, y Ángela debe estar a punto de llegar.

-¡No me jodas! -dice Ángela mientras deja el libro de matemáticas con un golpe en la mesa y yergue en su silla del comedor, donde ya había adoptado una cómoda posición-. ¿Es en serio esto? -pregunta ella.
-Al parecer sí -le digo sin levantar la vista de mi cuaderno.
-¿Y me lo dices así, tan relajado?
-Oye, ¿Que caso tiene hacer un drama? Si de todas formas hay que hacer el trabajo.
-Sí, lo sé. Pero de haber sabido que eran todos esos ejercicios, habría venido desde la mañana. -me dice ella.
-¿Que no revisaste los apuntes? -le pregunto.
-¿Tan obvio es? -me pregunta sarcástica.
-Bueno, lo que es obvio, es que no terminaremos ya si no empezamos de una vez -le digo.

Pasadas las seis de la tarde, Ángela se marcha. Terminamos la mayoría de ejercicios, así que solo haremos unos cuantos más individualmente.

Gracias al trabajo de última hora, el cual termino rápido, siento agotamiento mental y puedo dormir sin problemas.
Solo un último pensamiento me invade... Damian, con su mirada inquisitiva recorriendome de pies a cabeza, y su sonrisa que me causó escalofríos la primera vez que lo vi.
Cierro los ojos y esa sonrisa me lleva a los sueños.

-¿Terminaste todo? -Me pregunta Ángela, quien trae pinta de una haber pegado los ojos toda la noche.
-Si ¿y tú?
-Si, pero de milagro -dice ella con ese tono que siempre usa cuando algo le caga la vida-. Al llegar a casa, William me me llamó y me montó un show. Piensa que tú y yo... Ya sabes.
-¿Pero que coño? que asco-le digo ahogando una carcajada.
-¡Oye, gracias! -me dice ella con fingida indignación.
-Sabes a lo que me refiero. Sería como estar con mi hermana.
-Eso le dije yo, pero ya sabes como es él. Bueno, el punto es que estuvimos discutiendo un buen rato y por eso a penas y logré terminar la tarea.
-¿No te cansas de él? -le pregunto.
-Si, sabes que sí. Pero... -deja la frase sin terminar-. Bueno, tú sabes lo idiota que soy en lo que respecta a él.
-Sí, lo eres.
-Claro, pero cuando te enamoras haces cosas estúpidas, incluyendo amar. Un día me entenderás.

Oh sí, claro que la entiendo. Pero tengo por seguro que jamás volveré a hacer estupideces por amor.
-Si, tal vez algún día lo haga -le digo.

El profesor Reyes pide los trabajos, interrumpiendo afortunadamente la conversación.

El resto de la semana se va tan rápido.
Bueno, sabrá Dios que cosa ha hecho mi padre ahora para que mamá no quiera ni dirigirle la mirada, lo de costumbre supongo.

Llegó el día del segundo ensayo. Bien, ignoralo, no lo veas, nada de nada. No sé si pueda evitar del todo a Damian, incluso tal vez y me estoy imaginando cosas, tal vez él nisiquiera esté interesado en mí, y lo más importante ¿tiene novio o novia?
Ángela no especificó del todo, solo sé que le atraen los chicos, e incluso puede que yo le...
¡No, olvidalo! ¿Como podría gustarle yo? Tal vez solo era curiosidad lo que había en su mirada.
Pero una cosa es segura, él no puede ser nada para mí.

Cojo unos pantalones jeans ajustados, mis viejos converse y una camiseta gris
Y bien, aquí voy...
La señora Rivera vino pasada la una de la tarde.
-Hola, nene -me dice cuando salgo del portón negro.
-Buenas tardes -le digo.
-¿Como está su madre?
-Bien, fue a estudiar. Supongo que cansada.
-Ya lo creo.
Caminamos hasta la parada de autobuses, la madre de Ángela parlotea de muchas cosas, pero no escucho nada de lo que dice, tengo la mente puesta en... Bueno, si, en Damian.
Al llegar a la parada, no hay nadie. Supongo que debemos esperarlo. Nos paramos en la acera.
-Hola -escucho una voz detrás de la señora Rivera, y ahí está él. Parado entre unos postes que se sobreponen y forman un rincón, Damian le tiende la mano a la madre de Ángela.
-¿Como está? -le pregunta ella, parece sorprendida al igual que yo.
-Bien, llegué unos minutos antes que ustedes -dice él.
Al menos es bueno para decir lo que es obvio.
-Bueno, vámonos -dice ella. Su teléfono suena, y ahora sé que debe ser Ángela que la llama para saber donde estamos.
Ella contesta y nos da la espalda.
Damian la observa y luego posa sus ojos en mí.

-Hola -me dice él y me tiende la mano.
Mierda, si le estrecho la mano sabrá que me está sudando. Pero no puedo solo ignorarlo, no cuando se ve tan guapo con su camisa manga larga a cuadros, sus vaqueros negros y zapatillas. Pero es esa sonrisa que me dedica la que me derriba.
-Hola -le digo y le estrecho la mano. Debería habérmela secado disimuladamente, pero eso ya no importa.
Ya había sentido su agarre, cuando casi me caigo. Pero no me había detenido a apreciar su tacto. Mis mejillas se calientan, pero antes de que me sude aún más la mano él me suelta.
La señora Rivera termina la llamada, él la ve de reojo y luego se aparta de mí, su cara se vuelve seria y me da la espalda cuando la madre de Ángela regresa a por nosotros.
-Muy bien, ahora sí. Vamos.



The Sweet Sinner Boy. [Wattys2017]👑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora