Here comes the sun

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Rita Henderson odiaba su nueva casa. Aún no había superado el divorcio de sus padres y ya debía mudarse allí con su madrastra y hermanastros. El padre de Rita intentaba convencerla de que la casa era maravillosa, pero jamás lograba complacerla. La niña extrañaba a su madre, era comprensible, pero no todo era tan fácil.

—Desearía estar con mamá —le dijo una vez la niña a su padre cuando se hallaban solos en el vehículo.

Éste bajó la mirada. Las cosas no habían terminado bien con su esposa, de hecho ella lo había engañado con un norteamericano —razón del divorcio—, y se mudó con él a Nueva York. Pero el señor Henderson no tardó en encontrar a su media naranja, Sandra, con quien se casó tiempo después y se mudaron a Liverpool para formar una familia. Sandra tenía ya tres hijos varones: uno mayor que Rita y dos menores que ella, pero jamás se habían dirigido la palabra. Rita era una niña solitaria y sufría mucho por lo que le había tocado vivir.  

—¿No te agrada Sandra? —le preguntó una vez su padre.

—Tal vez... —respondió, pero la realidad era que no le agradaba en absoluto. 

No es que Sandra fuera una mala persona, era muy amable y trataba a Rita como si fuera su amiga, y eso era lo que le molestaba. Jamás podrían ser amigas, aquella mujer le sacó lo último que le quedaba: a su padre. Muchas veces habían salido solas a pasear, la idea era del señor Henderson que quería ver a sus dos chicas juntas y alegres; pero Rita no demostraba entusiasmo por querer pasar tiempo a solas con su madrastra, se mostraba indiferente a cada cosa que ésta le decía, y cuando Sandra decía un chiste para romper el hielo la niña ni siquiera sonreía. 

La mujer se sentía derrotada.

—¿Qué le he hecho? —le preguntó una noche a su marido antes de ir a dormir.

—Nada, es solo que... Rita es una niña muy complicada. Jamás me perdonará por lo de Helen.

Helen era su ex-esposa. Le habían dicho a la niña que se separarían por desacuerdos con respecto al futuro, pero ella no les creyó, no era tonta. Por lo que culpó a su padre por el divorcio. Éste no se animaba a decirle la verdad, no era un tema de conversación muy agradable, además no quería que la niña odiara a su madre. 

Un día, cuando Sandra y sus hijos habían viajado a Londres para visitar a unos parientes, Rita y su padre salieron a pasear por el vecindario, y también conocerían a algunos vecinos. Todos parecían ser mayores de edad, lo cual decepcionó a la niña que esperaba al menos hacer un amigo allí. 

—Descuida —le dijo el señor Henderson—, cuando empieces las clases en tu nueva escuela, de seguro harás amigas. 

Eso deprimió aún más a Rita, ya que no quería que las clases comenzaran. De regreso a su casa, el padre de Rita se detuvo y observó el frente.

—25 de Upton Green, Speke, Liverpool —dijo luego de un suspiro. Rita lo miró con curiosidad—. ¿Sabes quién vivía aquí? 

—No —respondía Rita, achinando sus ojos y siguiendo la vista de su padre.

—George Harrison.

—¿Quién es? —preguntó la niña con indiferencia.

—¿¡Que quién es!? ¡Dios mío! ¿Tantos años y no te nombré a los Cuatro fabulosos

—¿Los quién? —Rita estaba confundida.

—¡Los Beatles! Son la mejor banda del mundo, aún después de cincuenta largos años. 

—Deben ser todos muy viejos —comentó la niña. Su padre sonrió.

—Algo así. Paul McCartney y Ringo Starr tienen sus setenta y algo de años, pero John Lennon y George Harrison nos dejaron hace tiempo ya.

It's Georgie's Birthday || One-shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora