❝No sólo le hace falta aprender, no solo le hace falta conocer, también le hace falta amar, su majestad. ❞
El destino funciona de forma extraña, igual que todo en la vida del rey Arthur Pendragon, quien es venerado por las profecías que declaran si...
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DEIDRE NO SABRÍA MUCHO DEL AMOR, pero sabía reconocer a un buen hombre de pies a cabeza. A veces lograba leer el aura alrededor de ellos, lo cual le servía de ventaja para prevenir alguna amenaza.
Por lo que al ver a este hombre desconocido parado junto a un despreocupado Merlín, le brindó una curiosa y alarmante tranquilidad.
— Después de todo, ¿quién soy yo?—parrafeo el hombre, contemplando el paisaje que se veía desde la pequeña ventana.
— Que curioso. Estaba por preguntar lo mismo.—habló la joven, llamando la atención de los chicos.
— Oh, soy Lancelot. Un placer.—se presentó el joven, tomando su mano y depositando un cordial beso en ella.
— Lo mismo digo.—balbuceó, quien al ver por fin el rostro del joven, no sabía que admirar primero.
— ¿Te puedo ayudar en algo, Deirdre?—preguntó Merlín, sonsacando a ambos de sus pensamientos.
— Ah, sí...—sonrió apenada, soltándose del agarre— Pensé que podríamos ir a comer algo.
— Solo si tú invitas.—la joven rodó lo ojos— Pero primero tengo que llevar a Lancelot con Arthur, va a ser caballero.
El joven hechicero los tomó de los hombros para así guiarlos hasta el campo de entrenamiento donde el príncipe ya se encontraba con otros caballeros.
— Muy bien, presuntuoso escarabajo, llegó la hora.—habló él, acercándose al candidato— Tu prueba final. Pasas esta prueba, y serás caballero de Camelot. Falla y no serás nadie.
La joven Deirdre se separó de los jóvenes para pararse junto a la estantería, sabiendo que Arthur se acercaría allí.
— Por los dioses, espero que de Rey tengas mejor material motivacional.—comentó ella, lo suficientemente alto para que sólo la escuchara él.
— Oh vamos, ambos sabemos que tengo un lado... dócil.—tomó una espada, mirándola de reojo sonrió— ¿Tratas de ponerme celoso con tu nuevo novio o es un acosador que me tengo que deshacer?
Deirdre le miró confundida y siguió el punto fijo que veía Arthur, topándose con el joven Lancelot que al encontrar miradas, este le sonrió.
— No lo sé. ¿Estás celoso?—preguntó, sin ocultar su evidente curiosidad.
