Matthew salió detrás de Elissa, pues ella conocía mejor el lugar al formar parte de la primera generación de reclutas destinados allí.
-¿Nunca te preguntas el por qué?
Fue un comentario tan inesperado que la pilló por sorpresa.
-No. No creo que debamos cuestionárloslo -pensó un momento antes de responder-.
-¿Y por qué no? Es decir, esto es inhumano. No podemos saltarnos los Derechos Humanos así como así.
-Ellos pudieron. Nosotros podemos. Además, la sociedad está mejor sin ellos, reconócelo.
-Aún así creo que hay muchos otros...
-Déjalo. Ya -le cortó tan repentinamente y de una forma tan brusca que se sobresaltó-. No creo que sepas lo suficiente sobre nada, y menos sobre esto. Supongo que algún día lo entenderás.
-Bueno, perdone usted, Señorita Reina del Conocimiento. Perdone usted que no tenga cinco medallas al valor y que no haya estado a punto de morir por la patria, pero, a diferencia de usted, yo tengo principios. Principios que incluyen no torturar a la gente hasta la muerte. Aunque es lo que ellos hayan estado haciendo durante mucho tiempo. Es inhumano, repito. Y es rebajarnos a su nivel. ¿Cómo debería esto dejar a nuestro país? ¿Somos acaso tan horribles, dementes e incoherentes como lo son estas personas retenidas aquí?
Ella no respondió.
Al cabo de un rato de atravesar los largos y estrechos pasillos blancos que parecían elevarse cada vez más alto, llegaron a una zona donde estos no eran tan relucientes e impolutos sino grises, con goteras y llenos de polvo. Tuberías atravesaban la pared izquierda y la hacían parecer aún más sucia.
En el lado derecho, sin embargo, cada varios metros había una puerta que, a juzgar por la apariencia, era de algún material muy duro.
Cada una de ellas tenía pintado un número en blanco.
Elissa las recorrió todas con la mirada hasta que esta se posó en un pequeño 999 escrito en una de ellas. Uno de los focos que iluminaban la estancia empezó a parpadear.
-Este lugar está hecho una porquería. Parece mentira que sigan sin limpiarlo -dijo Elissa-.
-¿Hace cuanto que no lo limpian? Ya sabes, como llegué en la última tanda no estoy muy al día con horarios de limpieza y tal...
-Ni tu ni nadie. Creo que nadie limpia nada aquí. Yo nunca les he visto hacerlo. Pero este sitio en particular solo se ha limpiado una vez, que yo recuerde, y eso fue en el 2113.
-¿¡Hace diez años!? ¿Me estás diciendo que este polvo lleva aquí diez -puso énfasis en el diez- años?
-Sí. Poco más y probablemente puedan sacar petróleo de aquí. Pero aún así da igual. Nadie se acerca a esta zona de las instalaciones. Ya sabes, tienen miedo de que les ataquen o algo.
-Sí, la verdad es que me parece un temor razonable. Ten en cuenta que estamos a pocos metros de los peores criminales del mundo.
-Y precisamente por eso estamos a punto de hacer lo que estamos a punto de hacer. Sujeta -dijo tendiéndole a Matthew su ametralladora, que llevaba colgada a la espalda-. Y apunta. Dispara a cualquier cosa que se mueva anormalmente rápido.
Sus manos cogieron el arma temblorosas. Aparentemente, no muchas veces más había estado en situaciones en las que fueran necesarios sus conocimientos sobre armas.
-¿Quieres coger eso bien? Parece que va a explotarte en las manos o algo.
Sus mejillas se tornaron rosadas mientras sus manos se afianzaban al contacto frío de la ametralladora.
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Stellae Mortiferum
General Fiction-¡Abrid la maldita puerta! ¡Va a morir! -¡No podemos! ¡Las puertas están hechas para entrar, no para salir! Ella daba puñetazos a la puerta sin hacerle el más mínimo rasguño. Un humo verde empezó a salir detrás de ella, al fondo de la sala. -¡...