Capítulo 1

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El bosque que jalonaba a ambos lados la carretera por la que pasaba un Todoterreno negro era observado con dedicación por el pequeño niño de diez años que se encontraba en el interior del vehículo. De hecho, tan absorto se encontraba en el paisaje que conformaban los lindos abetos de los que estaba repleto el bosque, junto a las ardillas que de vez en cuando se divisaban en el terroso suelo y el canto de los pájaros que se dejaba oír a partir de la pequeña ranura que SeHun había abierto en la ventana para que entrara, además, el olor a tierra mojada, que ni siquiera respondía cuando su padre le hablaba.

El día anterior había sido muy lluvioso y era por eso por lo que su padre iba a una velocidad moderada por la carretera, sin incluir el peligro que suponía estar en aquella carretera donde podía pasar, por sorpresa, cualquier animal.

En muchísimas ocasiones, su madre se giró para mirarlo y dedicarle una sonrisa que él le devolvía. Pero, ese momento de felicidad con su madre, fue interrumpido por la vibración de su celular, algo que lo dejó muy sorprendido porque sus padres le habían dicho que se quedaría sin cobertura y que, por tanto, no podría comunicarse de ninguna forma con sus amigos, aunque la sorpresa dejó lugar a la felicidad cuando vio que se trataba de un mensaje que su amigo Tao le había escrito.

¨Hola, HunHun. ¿Cómo estás? Mi mamá me dijo que volvíais hoy, ¿es verdad? Si es así, tened mucho cuidado, por favor. Espero que vengas a verme en cuanto llegues porque te estoy echando muchísimo de menos. Me he comprado el nuevo juego de Dragon Ball y me gustaría poder estrenarlo contigo. Cuídate mucho¨.

La felicidad hizo que escribiera un mensaje en respuesta a su amigo, pero la falta de cobertura se lo impidió. Hizo un puchero debido a los escasos segundos que le había durado la felicidad, porque, sí, su amigo Tao siempre le sacaba una sonrisa. De hecho, Tao era su mejor amigo, aquella persona a la que se lo confiaba todo y con la que estaba todo el tiempo. No podía estar ni un día sin saber de él, ni un día sin verlo. Y en aquellas dos semanas de vacaciones en las que había estado fueralo había echado mucho de menos porque realmente pensaba que Tao era su mitad, esa persona sin la que no podría estar. Había veces que lo consideraba, incluso, necesario para vivir.

Actuando por acto reflejo, mandó el mensaje en cuanto vio un poco de señal, pero una catástrofe le impidió comprobar si se había conseguido enviar.

Sin saber cómo pasó, todo estaba dando vueltas, el coche no dejaba de precipitarse colina abajo y él no podía hacer otra cosa que gritar y proteger su móvil para garantizarse de que el mensaje llegara a su destino, como si sus débiles manos pudiesen proteger al aparato de todo golpe.

Su miedo aumentaba conforme su madre gritaba, conforme el coche no paraba de dar vueltas. Y le parecía irónico que su mayor preocupación en esa situación fuese pensar que no iba a volver a ver a Tao, que no iba a poder estrenar ese videojuego que su amigo había comprado para disfrutarlo juntos...

Pero algo hizo que todo se nublara. Vio cómo el coche se empotró de frente con un enorme árbol, cómo su padre se estampaba contra el airbag de una forma bastante brusca, con una brecha en la frente y con algunos cristales clavados en la cara. De su madre, no podía asegurar nada, solo que no debía encontrarse mejor, algo que le indicó la rama ensangrentada que había atravesado el asiento de su madre y que se había incrustado en su pierna derecha. A pesar de todo, el dolor no se lo causaba solo esa rama, sino el asiento en el que estaba su madre, el cual se había hundido para atrás y le había pillado ambas piernas, aunque sobre la que más presión ejercía era sobre la pierna ya herida.

Algo lo hizo desconcentrarse de aquel torrente de dolor, se trataba de nuevo de su móvil. Tao le había respondido al mensaje y, aunque sabía que debía pedir ayuda, tan solo tuvo fuerzas para ponerse el móvil en el pecho y desmayarse.

You know me inside outDonde viven las historias. Descúbrelo ahora